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Crean una batería recargable y comestible

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Vitamina B2, carbón activado y alga nori: estos son algunos de los ingredientes de la revolucionaria primera batería recargable y comestible, realizada en Italia.

El prototipo se construyó en Italia, en el Instituto Italiano de Tecnología (IIT) de Milán, y se describe en la revista Advanced Materials.

La batería comestible es el primer resultado de un campo de investigación reciente y de rápido crecimiento, como la electrónica comestible. Según los expertos, allana el camino para una nueva generación de dispositivos electrónicos.

En el futuro, por ejemplo, las nuevas baterías podrán alimentar herramientas de diagnóstico o verificar la calidad de los alimentos, además de alimentar futuros robots comestibles.

La nueva batería nació en el Laboratorio de Electrónica Impresa y Molecular del IIT dirigido por Mario Caironi y con el apoyo de financiación del Consejo Europeo de Investigación (ERC). El coautor del estudio es Ivan Ilic, del mismo laboratorio.

La batería desarrollada por el grupo de Caironi se basa en componentes como la riboflavina, más conocida como vitamina B2, que actúa como ánodo, y la quercetina contenida en las almendras y las alcaparras, que actúa como cátodo.

Luego se usó un fármaco de venta libre muy común, como el carbón activado, para aumentar la conductividad eléctrica, mientras que el electrolito de este prototipo es a base de agua.

El separador, necesario en toda batería para evitar cortocircuitos, se hizo con alga nori, de uso común en la preparación del sushi.

Finalmente, los electrodos se encapsularon en cera de abeja de la que emergen, a partir de un soporte derivado de la celulosa, dos contactos de oro comestible, la misma película que a veces utilizan los pasteleros para la decoración.

La celda de la batería funciona a 0,65 V, un voltaje lo suficientemente bajo como para no dañar el cuerpo humano si se ingiere.

Puede suministrar una corriente de 48 miliamperios durante 12 minutos, o unos pocos microamperios durante más de una hora, suficiente para alimentar pequeños dispositivos electrónicos, como LED de bajo consumo.

Para Caironi, “los posibles usos futuros incluyen circuitos y sensores comestibles, capaces de monitorear las condiciones de salud, pero también el estado de conservación de los alimentos”.

Además, dado el alto nivel de seguridad de estas baterías, estas tecnologías también podrían usarse en “juguetes para niños pequeños”, donde el riesgo de ingestión es alto.

“De hecho, ya estamos desarrollando dispositivos con mayor capacidad y menores dimensiones”, dijo. “La construcción de baterías más seguras, sin el uso de materiales tóxicos, es un desafío que debemos enfrentar: incluso si estas baterías no alimentarán los automóviles, las baterías son prueba de que es posible construir fuentes de energía con materiales más seguros que las baterías de iones de litio actuales”. (ANSA).

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