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El tacto rectal de la próstata debe hacerse con cuidado y dulzura

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“Con mucha seguridad me permito afirmar que el tacto rectal es la prueba diagnóstica mediante exploración física que más y mejor identifica un paciente varón con la especialidad de la urología”, dice la Dra. Carmen González Enguita, jefa de este servicio en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid

“Y no precisamente porque sea una exploración rutinaria o anodina, como sucede en la auscultación cardíaca, pulmonar o abdominal… Más bien todo lo contrario: el tracto rectal genera preocupación, rechazo, intimidación, temor, repulsa y, en muchos casos, más o menos pudor”, expone.

La exploración médica de la próstata, que se realiza a través de un tacto rectal, se lleva a cabo con la mano enguantada y el dedo índice bien lubricado. Se entra en el recto desde el ano y se palpa la glándula sin causar dolor alguno.

“Posiblemente, cada una de estas características psicológicas y físicas constituyan verdaderas razones de peso que impiden a los hombres tomar la libre y sana decisión de acudir a la consulta de urología como si de cualquier otra consulta médica se tratase”, indica.

“Aún así, necesitamos conocer la forma y el tamaño de la próstata, su sensibilidad, sus límites o su estructura para diagnosticar problemas como la hiperplasia benigna de próstata (HBP), enfermedades inflamatorias, como la prostatitis , o un posible cáncer”, destaca la cirujana.

Tacto rectal, prueba diagnóstica.
Ilustraciones de Javier Tejedo

¿Y la médica uróloga aprovecha el tacto rectal para visualizar o palpar otras posibles anomalías o patologías en la zona pélvica y perianal?

“Por supuesto. Nuestro primer objetivo es la próstata, pero también descubrimos lesiones cutáneas que pueda mostrar el paciente, como las verrugas del papilomavirus, tan frecuentes hoy en día debido a las infecciones de transmisión sexual (ITS)”, destaca.

“Además, nos fijamos en el color de las heces, en algún fecaloma (acumulación de heces endurecidas), en las hemorroides o sangrados; incluso, diagnosticamos alguna fisura anal o un tumor en el recto no esperado”, plantea.

“A la vez, identificamos puntos dolorosos en las zonas pélvica y perianal, reacciones neurológicas que podrían explicar algunas disfunciones vesicales o coloproctológicas”, añade la Dra. González Enguita.

Aunque pueda parecer incómoda o intimidante, incluyendo mitos y leyendas ad hoc, el tacto rectal es un estudio diagnóstico “de gran valía”, ya que detecta en la misma consulta, sin depender de otras exploraciones, posibles problemas en la glándula prostática.

“Hablamos de cambios anatómicos de la próstata, como el agrandamiento, la inflamación, los nódulos o ciertas irregularidades”, relaciona.

“El tacto rectal es fundamental para la evaluación de la salud prostática: el diagnóstico temprano del cáncer de próstata al palpar signos tempranos consecuencia de la tumoración”, subraya.

Hecho que no significa que l@s urólog@s se topen al tacto con una glándula aparentemente normal y, desgraciadamente, exista un cáncer oculto en su interior.

“A pesar de estos casos, podemos identificar enfermedades como la hiperplasia benigna de próstata o la prostatitis. El diagnóstico precoz mejora la salud prostática y general de todos los varones, en especial a partir de los 50 años de edad o con factores de riesgo”, recalca.

Y cabe añadir que el tacto rectal no es ajeno a las mujeres, hecho que muchísimas personas desconocen.

El tacto rectal junto a la exploración vaginal completan un estudio indispensable para detectar patologías pélvicas, ya sean en el área urológica, ginecológica o coloproctológica.

“La palpación bimanual, que consistirá en la exploración por encima del pubis, con un dedo en el recto y otro dedo en la vagina, ofrecerá la información necesaria para patologías de estos tres campos de increíbles estructuras femeninas”, explica.

Posturas paciente en el tacto rectal, prueba diagnóstica.

¿Cómo se dice al paciente que se coloque para realizar el tacto rectal?

Dependerá de la situación clínica. Si es un paciente que se encuentra en la consulta, una vez que desnuda la zona a explorar, lo más cómodo para él será agachar el tronco apoyando los brazos en la camilla y abriendo ligeramente las piernas.

Otra posición habitual será aquella en la que el paciente se tumba en la camilla en posición fetal, doblando las rodillas sobre el abdomen o sobre su lado izquierdo con la pierna izquierda extendida sobre la camilla y la derecha flexionada hacia su pecho (posición de Sims).

Si tenemos que explorar a un paciente hospitalizado porque está recuperándose de una enfermedad que le obliga a estar encamado, podemos hacer esta exploración colocando al paciente boca arriba, decúbito supino.

El paciente elevará, entonces, las piernas, llevándose las rodillas hacia el pecho y permitiendo al especialista observar la zona anal, por donde introducirá el dedo índice con el que se lleva a cabo el tacto rectal.

En la posición genupectoral, el paciente se arrodilla sobre la camilla y flexiona el tronco apoyándose sobre sus manos o antebrazos.

En todos los casos, el urólogo, provisto de guantes higiénico sanitarios, lubricará el dedo índice para evitar roces innecesarios sobre las estructuras del ano y el recto. Las molestias deben ser mínimas por no decir nulas.

“La próstata está ahí mismo, detrás del pubis y por debajo de la vejiga urinaria”, describe la uróloga y cirujana de la FJD.

“Si el tacto rectal se realiza de manera adecuada será mínima la sensación de molestia, sin efectos adversos. Es decir, nadie, mujeres y hombres, sufre daño alguno”, insiste.

Es cierto que siempre es necesario una mínima conversación previa entre el paciente y la uróloga para disipar cualquier duda o temor ante la exploración, ya que se encuentra en manos de un profesional perfectamente preparado y experimentado.

“Debemos explicar al paciente que la introducción del dedo enguantado y convenientemente lubricado provoca cierta presión en la zona que le puede generar ciertas ganas de orinar como consecuencia del ligero y suave masaje prostático… Pero nunca dolor”, determina.

“Siempre hay que tener un especial cuidado ante pacientes que tengan una patología anal aguda, como puede ser una fisura anal, que hayan sido recientemente operados, que sufran una estenosis del canal anal o padezcan hemorroides trombosadas”, puntualiza.

“También, seremos cuidadosos en casos de cuadros de prostatitis aguda, cuando encontramos un paciente en una situación de inflamación intensa o de infección de la próstata que podamos palpar al realizar el procedimiento”, aclara.

“Con el tacto rectal, por muy suave que lo hagamos, podemos generar un desplazamiento de bacterias que allí existan, que puedan, además, pasar a la sangre y provocar una situación no deseada por esta exploración”, advierte.

“No podemos empeorar, en definitiva, la clínica general o la función miccional del paciente con un tacto rectal”, asienta.

Después de un procedimiento estándar no se efectúan cuidados relacionados, puesto que no se causan sangrados o dificultades miccionales. Sólo se genera cierto escozor o malestar.

Tacto rectal, prueba diagnóstica.

¿Qué información aporta la exploración de la próstata a través del recto?

“En primer lugar, lo que llama la atención de la próstata es su tamaño, dato médicamente muy relevante para el especialista y el paciente, que suele preguntar expectante… ¿Tengo la próstata grande o pequeña?”, cuenta.

La próstata, glándula sexual con misión reproductiva, tiene el tamaño y forma de una castaña, y está atravesada por el conducto uretral.

“Su cometido es generar nutrientes necesarios para dar soporte a los espermatozoides, favoreciendo su madurez y movilidad para que sean capaces de fertilizar el óvulo. El líquido prostático forma parte del semen que eyacula el varón”, define.

Una especie de surco diferencia los dos lóbulos de la próstata.

“Cuando comienza a crecer la próstata, que crece con la edad del paciente, ese surco se irá borrando paulatinamente con el paso del tiempo, caracterizando así a una próstata que será más grande de lo habitual”, desarrolla.

“Esto va a determinar que podamos hablar de próstatas pequeñas, medianas, grandes o muy grandes (grados 1-2-3-4) en función de su volumen, del surco más o menos visible y de que podamos abarcarlo durante el tacto rectal”, detalla.

Consistencia y estructura de la próstata son datos muy importantes.

“La consistencia normal de la glándula que estamos tocando vendría a ser como palpar la eminencia tenar de la base muscular del dedo pulgar o la punta de nuestra nariz”, muestra.

Y en cuanto a la estructura, tiene que ser lisa.

“No podemos tocar irregularidades o nódulos a través de la pared del recto, y si existen habría motivos para describirlas y determinar ante qué situación nos encontramos: un cáncer, un proceso granular u otras estructuras que van a ser posteriormente estudiadas”, informa.

“Asimismo, tenemos que determinar los límites frontales, posteriores y laterales, y bordear la glándula para delimitarla con precisión, buscando anormalidades”, continúa.

La sensibilidad de la próstata es otro factor analizado.

“Inicialmente, la próstata no duele, y si duele demasiado al tocarla posiblemente nos enfrentemos a un proceso patológico de envergadura, como un cáncer avanzado, que sí se puede tocar”, manifiesta.

“Cuando un cáncer no está avanzado, sólo está confinado a la glándula, en su interior, cuando es milimétrico, el tacto rectal será completamente normal y la información resultante no alertará la existencia de un tumor maligno”, especifica.

Tacto rectal, prueba diagnóstica.

Mi recomendación pone el foco en desmitificar el tacto rectal con el fin de eliminar los miedos a la hora de someternos al estudio físico de la próstata, prueba esencial de la urología: debemos evitar connotaciones sexuales o intimidaciones propias y ajenas.

El tacto rectal aporta muchísimos datos de interés al urólogo y tiene una gran valía diagnóstica.

Los especialistas en urología demuestran siempre un infinito cuidado durante toda la prueba del tacto rectal. Es más, lo ejercen con la mayor dulzura posible para que no produzcan incomodidades en un ambiente higiénico sanitario de absoluta confianza médica.

Dra. Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. © EFE.

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