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La historia se sienta en la plaza: Fray Mocho, homenaje urbano a un cronista del alma porteña

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Ubicada en el barrio de Palermo, la Plaza Fray Mocho rinde tributo a uno de los pioneros del periodismo narrativo argentino. Un rincón verde que recuerda la agudeza, el humor y la mirada crítica de José Ciriaco Álvarez, fundador de Caras y Caretas.

Pocas veces un espacio público lleva con tanta justicia el nombre de quien supo retratar como nadie los matices de la vida urbana. La Plaza Fray Mocho, silenciosa y arbolada, homenajea a José Ciriaco Álvarez (1858-1903), el periodista y escritor que, bajo ese seudónimo, dejó una huella profunda en la literatura costumbrista y en la prensa argentina. Desde Palermoweb, me acerqué a este rincón del barrio que aún conserva un aire de crónica viva.

“Fray Mocho fue un cronista de la calle, un tipo que miraba la ciudad con ojos atentos y la devolvía en cuentos breves, con ironía y detalle. Que hoy una plaza lo recuerde, en pleno Palermo, es un acto de justicia cultural”, me dice Marcelo, un historiador local que se sumó a la charla mientras tomábamos mate frente a uno de los murales que lo evocan.

Fray Mocho fue mucho más que un nombre de pluma. Fue fundador en 1898 del emblemático semanario Caras y Caretas, primera publicación gráfica en combinar noticias, sátira, ilustración y análisis político con un tono accesible para el gran público. Además, fue su primer director, imprimiendo desde el inicio una impronta crítica y moderna.

Pero su figura no se detiene ahí. Fue también autor de tres obras fundamentales para entender la Buenos Aires de fin de siglo XIX:

  • Cuentos y cuadros de la ciudad, donde retrata escenas cotidianas con estilo ágil y mordaz.

  • Galería de ladrones de la Capital, un crudo recorrido por los personajes del hampa porteño.

  • Memorias de un vigilante, libro escrito desde la experiencia: Fray Mocho fue comisario de pesquisas, y supo conocer la ciudad de noche, desde el lado más oscuro de la ley.

El periodista combinó su labor policial con la escritura, logrando narrativas vivas que mostraban tanto al ladrón como al vecino, al político y al canillita. Esa mirada poliédrica lo convierte en una figura única, mezcla de cronista urbano, humorista y documentalista social.

La plaza que lleva su nombre se encuentra en Palermo, un barrio que él mismo supo caminar y describir en sus textos. Aunque es modesta en extensión, el espacio conserva árboles añosos, bancos rodeados de verde, y en ciertos sectores, pequeñas referencias al autor. No es un parque temático, ni falta hace: su simpleza permite que el homenaje sea silencioso pero firme, casi como sus mejores relatos.

En un contexto donde lo digital muchas veces eclipsa la memoria impresa, recorrer la Plaza Fray Mocho invita a detenerse, a leer la ciudad como él lo hizo: con ojos atentos y con oídos abiertos al murmullo porteño. No hay juegos estridentes ni intervenciones modernas, y quizás sea eso mismo lo que la hace especial.

Desde Palermoweb, como periodista, siento un deber en poner en valor estos espacios que, más allá de su función recreativa, se convierten en puentes con nuestra historia cultural. En tiempos donde todo parece efímero, Fray Mocho y su obra siguen teniendo algo que decirnos.

La Plaza Fray Mocho no solo lleva el nombre de un cronista; respira su espíritu. Y quienes pasamos por ella, aunque sea por un rato, podemos sentir que la ciudad todavía se deja narrar.