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La Ciudad reubica a 84 personas tras el desalojo de la Casa Blaquier

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En un operativo coordinado por orden judicial, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desalojó a 84 personas que ocupaban de manera ilegal la histórica “Casa Blaquier”, ubicada en Defensa 165, en pleno Casco Histórico.

El edificio, que forma parte del Museo de la Ciudad, presentaba un avanzado estado de deterioro que comprometía la seguridad de quienes vivían allí.

“La situación era insostenible: no solo por los riesgos estructurales, sino también por los conflictos con el entorno”, explicaron fuentes del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, que participaron del procedimiento junto a efectivos policiales, personal del Ministerio de Espacio Público y otras dependencias oficiales.

El operativo de desalojo, que se desarrolló durante la mañana, puso fin a años de conflicto entre los ocupantes del inmueble y las autoridades porteñas.

La propiedad, construida a fines del siglo XIX, había sido declarada en estado ruinoso por el Decreto 1480 de 2008, tras varias inspecciones que advirtieron desprendimientos de mampostería, paredes debilitadas y construcciones internas sin autorización.

La falta de mantenimiento, sumada al rechazo de los ocupantes a permitir nuevos controles de seguridad, reforzó el argumento oficial para ejecutar la desocupación.

La “Casa Blaquier” no es un edificio más: su ubicación sobre la calle Defensa —antiguamente “La Calle Mayor”— y su valor patrimonial la convierten en uno de los inmuebles más relevantes del sector fundacional de Buenos Aires.

A pesar de ello, y en parte por su estado de abandono, había sido tomada desde hace años por familias que reclamaban soluciones habitacionales.

Según los datos del último censo realizado en abril de 2024, 84 personas vivían en el lugar. Muchos de ellos sostenían que no tenían otro sitio donde ir, mientras que el Gobierno de la Ciudad, en cumplimiento de una sentencia judicial de 2018, ofreció subsidios habitacionales para garantizar su reubicación.

“Fue una medida dolorosa pero necesaria. El deterioro estructural era tal que ponía en riesgo a las propias personas que allí vivían, además de afectar la conservación de un patrimonio histórico clave para la Ciudad”, declararon voceros del área de Patrimonio del Ministerio de Cultura porteño.

El conflicto, sin embargo, no fue exclusivamente edilicio. Comerciantes y vecinos de la zona habían elevado numerosas denuncias por hechos de violencia atribuibles a los ocupantes: desde agresiones a un bar lindero —incluidos ataques a pedradas— hasta la sustracción de mobiliario del propio Museo de la Ciudad.

Esta tensión vecinal, sumada a la creciente inseguridad, también fue parte de los argumentos presentados ante la Justicia por parte del Ejecutivo local.

Las familias desalojadas intentaron frenar la medida con un recurso de amparo, que fue rechazado en 2018.

La sentencia habilitaba el desalojo, siempre y cuando se ofreciera una alternativa habitacional, punto que fue retomado por el Juzgado Contencioso Administrativo, Tributario y de Relaciones de Consumo de Primera Instancia N.º 3 en su resolución final.

Durante el operativo, que se llevó a cabo sin incidentes graves, el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat desplegó un equipo de la Red de Atención para ofrecer asistencia inmediata a las familias afectadas, incluyendo traslados, alimentación y asesoramiento para acceder al subsidio habitacional.

El edificio fue inmediatamente cerrado y cercado para evitar nuevos ingresos. Se espera que en las próximas semanas se inicien trabajos de restauración y conservación, con el objetivo de reintegrarlo al circuito de museos porteños, según anticiparon fuentes del Gobierno.

Más allá del operativo en sí, el caso de la Casa Blaquier pone en evidencia la compleja tensión entre el derecho a la vivienda y la necesidad de preservar el patrimonio urbano.

En el centro de esta encrucijada se encuentran personas vulnerables que, frente a la exclusión habitacional, encuentran refugio en espacios sin condiciones mínimas de seguridad.

Pero también hay una ciudad que busca no perder su memoria histórica en medio del abandono o la ocupación sin control.