
En un acto cargado de simbolismo y humanidad, tres mujeres palestinas e israelíes que han decidido desafiar el odio y tender puentes de diálogo se dieron cita en el Salón Eva Perón de la Legislatura porteña.
Con historias marcadas por el dolor de la guerra y la pérdida, Reem Al-Hajajreh, Hyam Tannous y Ángela Scharf demostraron que la paz no es una utopía ingenua, sino un acto de resistencia y coraje que interpela a todos.
En contextos atravesados por el dolor, ellas eligieron caminar juntas, escucharse y construir en conjunto. La paz no es ingenuidad: es un acto de resistencia, expresó con firmeza el vicepresidente primero de la Legislatura, Matías López, al abrir el homenaje junto a referentes del Centro Ana Frank y de la Red Iberoamericana de Mujeres.
La ceremonia tuvo lugar en un Salón Eva Perón colmado de legisladores, activistas y representantes de organizaciones civiles.
Entre los presentes se encontraban el director del Centro Ana Frank para América Latina, Héctor Shalom; la diputada con mandato cumplido Kelly Olmos; y legisladores de diferentes fuerzas políticas, quienes coincidieron en que el encuentro trascendía lo institucional para transformarse en un llamado a la conciencia.
Héctor Shalom no ocultó su emoción al ver las banderas de Israel, Palestina y Argentina compartiendo el mismo espacio.
“Estos símbolos suelen estar asociados al enfrentamiento, pero hoy son un recordatorio de que otro futuro es posible”, aseguró, destacando la valentía de las homenajeadas en promover un mensaje que desafía prejuicios y discursos de odio.
Reem Al-Hajajreh, cofundadora de Women of the Sun, nació en Cisjordania y desde 2021 lidera una organización que busca empoderar a mujeres y niñas a través de la educación y la participación comunitaria.
En su intervención subrayó que “la paz es una necesidad, no un lujo” y recordó la importancia de cumplir con la Resolución 1325 de Naciones Unidas, que reconoce el papel de las mujeres en los procesos de paz. Con tono firme, denunció que en muchos casos las mujeres siguen siendo las últimas en decidir sobre el destino de sus hijos y su comunidad.
Por su parte, Hyam Tannous, árabe cristiana y miembro del Comité Directivo de Women Wage Peace, compartió un testimonio profundamente personal sobre cómo la guerra ha atravesado su vida y la de su pueblo.
“Es responsabilidad de los líderes políticos volver a la mesa de negociación y acordar una paz aceptada por ambos pueblos, con la participación real y equitativa de las mujeres”, señaló. Conmovió al auditorio al rendir homenaje a su amiga Vivian Silver, asesinada en 2023, de quien dijo: “A pesar del dolor, seguimos construyendo soluciones pacíficas, porque la historia ha demostrado que es posible”.
La tercera oradora, Ángela Scharf, israelí judía y actual coordinadora de Relaciones Exteriores de Women Wage Peace, abordó su discurso desde una perspectiva íntima y humana. “Desde que nací, mi país está en guerra con mi pueblo. Ese dolor es parte de mi vida cotidiana.
Hoy hablo como madre, amiga e hija de un pueblo que ya no puede callar”, dijo con la voz quebrada, antes de pedir un alto el fuego inmediato.
Su llamado no fue solo a líderes políticos, sino a toda la comunidad internacional: “No se queden al margen. Usen su voz e influyan para que la negociación vuelva a ser una realidad”.
Las trayectorias de estas tres mujeres han traspasado fronteras. En 2024, Reem fue elegida por la revista TIME como una de las Mujeres del Año y su organización recibió el Premio Albies Justicia para los Sobrevivientes, otorgado por la Fundación Clooney. Hyam, en tanto, ha formado a cientos de docentes y consejeros en resolución pacífica de conflictos, fomentando la convivencia entre comunidades históricamente enfrentadas. Ángela ha representado la causa de la paz ante foros académicos y políticos en distintas partes del mundo, recibiendo el Hillary Rodham Clinton Award y manteniendo diálogos con la Comisión Europea.
Más allá de los reconocimientos, todas ellas coinciden en que el verdadero premio sería ver a las nuevas generaciones crecer en sociedades libres de violencia y sin miedo a perder a sus seres queridos por una guerra que parece no terminar nunca.
“El día que no tengamos que explicar a nuestros hijos qué es un refugio antiaéreo, sabremos que nuestro trabajo habrá valido la pena”, reflexionó Reem, arrancando un prolongado aplauso de pie.
La jornada cerró con la entrega de distinciones y un mensaje conjunto de las homenajeadas, que se tomaron de las manos como símbolo de unidad.
En ese gesto simple y potente, quedó condensado el espíritu del encuentro: tender puentes donde otros levantan muros, y demostrar que incluso en medio del dolor más profundo, la paz sigue siendo una opción posible y urgente.