
El arpa, con su voz cristalina y profunda, volverá a ser protagonista en el corazón de Buenos Aires. Eduardo Zalazar, uno de los músicos más virtuosos y versátiles de nuestro país, presentará en el Anfiteatro del Parque Centenario su nuevo trabajo discográfico, Aires del Litoral, un homenaje al chamamé y a la música tradicional que laten en la memoria colectiva del litoral argentino.
Cada cuerda del arpa es un puente entre el presente y las raíces; tocar es recordar y, a la vez, reinventar, me confesó Zalazar, con esa mezcla de humildad y firmeza que tienen los artistas que conocen el peso de su oficio. Y no exagera: en su nuevo álbum, el folclore se abraza a la creatividad y se renueva sin perder su esencia.
La cita está marcada: en pocas horas, el escenario del Parque Centenario se llenará de sonidos que viajan desde las costas del Paraná hasta las calles porteñas.
Zalazar, acompañado por un ensamble de músicos que conocen de memoria el pulso del litoral, promete un recorrido por clásicos que han hecho bailar a generaciones: Kilómetro 11, Merceditas, La Calandria y A mi Corrientes Porá, entre otros himnos que, más que canciones, son postales sonoras de una región que respira música.
En escena, estarán junto al arpista: César Portillo y Arturo Portillo en guitarras, Juan Quevedo en teclado y canon, y Víctor Valladares en percusión. Juntos, conforman un equipo que sabe dialogar con el público y, sobre todo, transmitir el espíritu festivo y melancólico que convive en cada compás del chamamé.
No es exagerado decir que Eduardo Zalazar es un artista singular. Su trayectoria lo avala: ocho discos como solista, más de treinta grabaciones con diferentes agrupaciones y un repertorio de composiciones propias que hablan de una sensibilidad única.
Entre ellas, destacan “Regalo para Nini” —dedicada a su madre—, “Salsa americana”, “Ecos de amor”, “Juegos de infancia”, “Vuelve a mí” y “Valle de lágrimas”. Todas tienen en común un sello inconfundible: el de un músico que entiende que la técnica no sirve de nada si no hay emoción detrás.
Pero su historia no se limita al folclore. Zalazar fue el primer arpista en incursionar en el rock argentino, un salto que sorprendió a propios y extraños y que lo llevó a compartir escenarios con Los Gardelitos y a presentarse en el Cosquín Rock, sin abandonar nunca su lugar en el Cosquín Folklórico.
Ha tocado en el Luna Park, el Estadio Obras y Argentinos Juniors, y llevó su arpa a lugares tan distantes como Sudáfrica —donde ganó la medalla de oro como mejor solista instrumental folklórico compitiendo entre más de 30 países—, Suecia, Estados Unidos, Chile, Perú, Ecuador, México, Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay y Colombia.
Incluso, tuvo el privilegio de tocar frente a Nelson Mandela y al presidente de Mozambique, un momento que él mismo recuerda como “el más intenso y simbólico” de su carrera.
Su nuevo álbum, Aires del Litoral, no es solo un registro discográfico: es un manifiesto musical. Zalazar logra que cada interpretación tenga el peso de lo auténtico y, al mismo tiempo, la frescura de lo nuevo.
“No se trata solo de tocar bien, sino de entender que cada canción lleva una historia, una vida detrás”, me dijo mientras repasaba el repertorio de la noche.
El chamamé, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, atraviesa la propuesta de principio a fin.
En manos de Zalazar, las melodías no son simples interpretaciones; son diálogos con el pasado y con la gente que mantiene viva esta tradición.
En este sentido, el espectáculo también se convierte en un acto de resistencia cultural frente a un mercado musical que muchas veces margina las expresiones populares en favor de modas pasajeras.
No se puede dejar de destacar que este concierto también representa un punto de encuentro entre generaciones: los mayores que crecieron escuchando a Ramona Galarza o al Trío Laurel, y los más jóvenes que, quizás, se acerquen al chamamé por primera vez gracias a este formato renovado y vibrante.
El Anfiteatro del Parque Centenario, con su acústica natural y su aire libre, parece el escenario ideal para esta celebración de identidad y pertenencia.