
La alarma vecinal por los casos de presunto envenenamiento de animales en Palermo y Las Cañitas obligó a la Ciudad de Buenos Aires a redoblar medidas de prevención y control.
Los episodios, que despertaron la preocupación de vecinos y proteccionistas, ya se encuentran bajo investigación judicial y con un seguimiento especial por parte de las autoridades porteñas.
“Estamos actuando con responsabilidad y compromiso, no sólo para esclarecer lo sucedido sino también para dar tranquilidad a la comunidad y proteger a los animales”, aseguraron desde el Gobierno de la Ciudad, que desplegó un operativo inusual en espacios públicos de la zona.
Los hechos que encendieron las alarmas se produjeron en las últimas semanas, cuando varias denuncias alertaron sobre perros y gatos con síntomas compatibles con intoxicación luego de pasear por áreas verdes y veredas de Palermo y Las Cañitas.
Si bien todavía la Justicia no confirmó oficialmente la existencia de un envenenamiento sistemático, el temor entre los vecinos fue inmediato y se multiplicaron las advertencias en grupos de WhatsApp barriales y redes sociales.
Ante esta situación, el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana puso en marcha operativos especiales de limpieza y sanitización en parques, plazas y veredas de la zona.
“No queremos dejar margen a la duda. Por eso, mientras avanza la investigación judicial, reforzamos las tareas de higiene en todos los sectores señalados”, explicaron desde la cartera.
Las brigadas trabajaron especialmente en áreas cercanas al Parque Las Heras, el Rosedal y las calles de Las Cañitas, donde se concentraron varias denuncias.
En paralelo, la Ciudad puso a disposición de la Justicia las imágenes de las cámaras de seguridad urbanas (más de 15.000 distribuidas en todo el distrito), con el objetivo de detectar movimientos sospechosos y aportar pruebas concretas.
La colaboración entre el Ministerio Público Fiscal, la Policía de la Ciudad y las autoridades de Espacio Público busca delinear un panorama claro para evitar la repetición de estos episodios.
Las asociaciones protectoras de animales, mientras tanto, reclamaron más controles y sanciones ejemplares. “No se trata solo de mascotas: estamos hablando de un ataque al corazón de la comunidad.
Estos casos generan miedo y ponen en riesgo la confianza en los espacios públicos”, afirmó en diálogo con este medio Mariana Cabrera, referente de la ONG Adopciones Palermo. Según datos de la organización, en los últimos tres años se registraron al menos 40 denuncias similares en distintos barrios porteños, aunque pocas llegaron a instancia judicial.
El Colegio de Veterinarios de la Ciudad también expresó su preocupación y recordó que la ingestión de sustancias tóxicas puede causar la muerte de un animal en cuestión de horas. “La rapidez en la atención es fundamental. Si un perro presenta vómitos, convulsiones o decaimiento súbito tras un paseo, hay que llevarlo de inmediato a una guardia veterinaria”, remarcaron en un comunicado.
Más allá de lo estrictamente veterinario, el caso reavivó el debate sobre la seguridad en los barrios porteños. Para muchos vecinos, el posible envenenamiento de animales es un síntoma de algo más profundo: la sensación de vulnerabilidad y el reclamo por un espacio público cuidado.
No es casual que Palermo y Las Cañitas, dos de las zonas con mayor densidad de bares, restaurantes y paseos, se encuentren en el centro de la escena.
El Gobierno porteño, en este marco, anunció que seguirá reforzando los patrullajes de la Policía de la Ciudad y que incrementará la presencia de cuadrillas de limpieza.
También se difundieron recomendaciones preventivas: mantener a las mascotas con correa corta durante los paseos, evitar que ingieran restos de comida de la vía pública y reportar de inmediato cualquier conducta sospechosa.
Según cifras oficiales, en la Ciudad de Buenos Aires residen aproximadamente 450 mil perros y 290 mil gatos registrados, lo que convierte al distrito en uno de los de mayor densidad de mascotas por habitante de la región.
“Cuidar a los animales es cuidar también el vínculo que miles de familias construyen con ellos”, sostuvo un funcionario porteño, reforzando la idea de que la cuestión no es solo sanitaria sino también social.
Mientras tanto, en redes sociales crece el intercambio de información entre vecinos: fotos de supuestos cebos, alertas sobre calles específicas y consejos sobre cómo detectar síntomas tempranos de intoxicación.
El caso refleja, una vez más, el papel central que cumplen las comunidades digitales a la hora de amplificar reclamos y presionar a las autoridades.
La investigación judicial sigue en curso y, por ahora, no hay imputados identificados. Sin embargo, la combinación de tareas preventivas, controles sanitarios y colaboración vecinal busca evitar que el miedo siga propagándose.
Como cronista que viene siguiendo este tema en contacto directo con vecinos, veterinarios y autoridades, puedo afirmar que más allá de la gravedad de los hechos concretos, lo que realmente se juega es la confianza en la convivencia urbana.
Palermo y Las Cañitas no son solo barrios residenciales: son puntos neurálgicos de la vida social porteña, y lo que allí sucede repercute en toda la Ciudad.
La expectativa está puesta en que la Justicia avance rápido y que, mientras tanto, los vecinos recuperen la tranquilidad de poder pasear con sus animales sin temor.
Lo cierto es que la Ciudad ya tomó medidas visibles, pero el verdadero desafío será sostenerlas en el tiempo. Porque en Buenos Aires, donde las mascotas son parte de la vida cotidiana de cientos de miles de familias, la seguridad de los animales también se traduce en la seguridad de la comunidad entera.