
En el corazón de la Ciudad de Buenos Aires, Plaza Lavalle se convirtió en un gran punto de encuentro donde más de dos mil personas participaron de una jornada dedicada a reflexionar sobre la forma en que producimos, consumimos y compartimos nuestros alimentos.
La iniciativa, organizada por la Dirección General de Políticas Alimentarias del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, junto con la Subsecretaría de Ambiente, la FAO Argentina y la feria Sabe la Tierra, propuso una mirada integral sobre la alimentación saludable, sostenible y responsable.
Necesitamos una transformación profunda en nuestros sistemas alimentarios, que garantice el acceso equitativo a alimentos sanos y de calidad para todos los vecinos y vecinas, destacaron desde la Dirección General de Políticas Alimentarias durante la apertura del evento.
La jornada no solo buscó informar, sino también inspirar una nueva forma de relacionarse con la comida y con el ambiente.
El pasado jueves 16 de octubre, Plaza Lavalle se transformó en un espacio abierto e interactivo con motivo del Día Mundial de la Alimentación, una fecha impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para promover la conciencia sobre los desafíos globales del hambre, la nutrición y la sostenibilidad.
Durante toda la jornada, los visitantes pudieron recorrer stands, participar en talleres de economía circular, asistir a charlas sobre consumo responsable, disfrutar de demostraciones de cocina sin desperdicio y sumarse a actividades lúdicas diseñadas especialmente para el público infantil. La propuesta combinó conocimiento, acción y disfrute en un mismo espacio urbano.
El evento contó con la participación de la Facultad de Agronomía de la UBA, la Cámara Argentina de Fraccionadores de Miel (CAFRAM), la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA) y los Bancos de Alimentos de Argentina, entre otras instituciones y organizaciones comprometidas con la promoción de una alimentación consciente.
La diversidad de actores presentes evidenció la importancia de articular esfuerzos entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil para avanzar hacia sistemas alimentarios más justos y sostenibles.
El enfoque de la jornada estuvo centrado en tres ejes fundamentales: la educación alimentaria, la sustentabilidad y la inclusión social. A través de distintas actividades, los asistentes pudieron aprender sobre la reducción del desperdicio de alimentos, la valorización de los productos locales y la relevancia de las dietas basadas en alimentos frescos y de temporada.
“Hablar de alimentación hoy es hablar de justicia social, de salud pública y también de cambio climático”, señalaron los representantes de la Subsecretaría de Ambiente, quienes remarcaron que cada decisión de consumo tiene impacto directo sobre el planeta y las comunidades productoras.
La feria Sabe la Tierra, reconocida por promover el comercio justo y los productos agroecológicos, ofreció una muestra de emprendimientos locales que trabajan bajo principios de sustentabilidad y cercanía.
Los visitantes pudieron adquirir frutas, verduras, mieles, panificados y alimentos elaborados con materia prima natural, generando un intercambio directo entre productores y consumidores.
Asimismo, se realizaron demostraciones de “cocina sin desperdicios”, donde chefs y nutricionistas enseñaron a aprovechar por completo los ingredientes, reducir los residuos y fomentar una alimentación económica y saludable. Este tipo de talleres se destacaron por su carácter práctico y accesible, mostrando que la sostenibilidad comienza en los pequeños gestos cotidianos.
Desde la Dirección General de Políticas Alimentarias, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se hizo hincapié en la necesidad de fortalecer las políticas públicas que garanticen la seguridad alimentaria y nutricional, promoviendo programas que acerquen alimentos saludables a los barrios, especialmente a los sectores más vulnerables.
El organismo tiene como misión diseñar, coordinar y ejecutar políticas públicas que fomenten hábitos saludables y fortalezcan los sistemas de producción y distribución de alimentos dentro del territorio porteño.
Entre sus principales objetivos se encuentra reducir la malnutrición infantil, prevenir enfermedades crónicas y promover el derecho a una alimentación adecuada como parte del bienestar integral de la población.
A su vez, la FAO Argentina valoró el esfuerzo local de articular acciones concretas con impacto directo en la comunidad.
“El Día Mundial de la Alimentación no es solo una fecha simbólica; es una oportunidad para repensar cómo producimos, consumimos y compartimos los recursos de la Tierra. En Buenos Aires se está avanzando en esa dirección”, señalaron desde la representación nacional.
El contexto global también fue parte del debate: de acuerdo con la FAO, más de 735 millones de personas en el mundo sufren inseguridad alimentaria severa, mientras que un tercio de los alimentos producidos se desperdicia cada año.
En este marco, la Ciudad busca ser un ejemplo regional en la implementación de estrategias urbanas sostenibles que incluyan la reducción del desperdicio, la promoción de ferias barriales y la educación alimentaria en escuelas y centros comunitarios.
Durante el encuentro se destacó el rol de los Bancos de Alimentos, que recuperan productos aptos para el consumo y los redistribuyen en comedores y organizaciones sociales, reduciendo el desperdicio y garantizando el acceso a comida de calidad para miles de personas.
También hubo menciones al trabajo de cooperativas, huertas urbanas y programas de reciclado de orgánicos que forman parte del entramado sustentable de la Ciudad.
En el cierre de la jornada, los organizadores subrayaron el valor de la participación ciudadana: “Cada vecino puede ser un agente de cambio. La alimentación sostenible comienza en casa, cuando elegimos qué comprar, cómo cocinar y qué compartir con los demás”.
La jornada del Día Mundial de la Alimentación en Plaza Lavalle dejó una huella de compromiso colectivo.
En un contexto donde la crisis ambiental y la desigualdad alimentaria son desafíos urgentes, la Ciudad de Buenos Aires reafirmó su rumbo hacia políticas más humanas, sostenibles y participativas. Alimentarse bien no es solo un acto individual: es una decisión que transforma comunidades enteras.

