
Buenos Aires volvió a brillar con su cita cultural más esperada. La Noche de los Museos, en su edición número 21, transformó una vez más el pulso urbano porteño en un gran escenario a cielo abierto donde más de 1.200.000 personas se lanzaron a recorrer los más de 300 espacios culturales que abrieron sus puertas hasta la madrugada.
Arte, música, historia, luces, performances y talleres convirtieron a la Ciudad en una verdadera capital cultural latinoamericana.
La Noche de los Museos es la fiesta más grande de la cultura en nuestra Ciudad, una noche única”, afirmó el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, al encabezar la apertura oficial en el Centro Cultural Recoleta, acompañado por la ministra de Cultura, Gabriela Ricardes.
“Anoche Buenos Aires celebró la edición más grande del mundo —agregó Ricardes—, un fenómeno cultural sin precedentes por su alcance y participación.”
Desde las 19 hasta las 2 de la madrugada, el aire porteño se impregnó de arte y movimiento. Más de 300 museos y centros culturales abrieron sus puertas con propuestas gratuitas que invitaron a miles de vecinos y turistas a disfrutar de una experiencia única.
Cada espacio ofreció su propio universo: desde instalaciones monumentales y recorridos históricos, hasta talleres participativos, música en vivo y experiencias inmersivas con tecnología de vanguardia.
El epicentro de la apertura estuvo en el Centro Cultural Recoleta, donde la artista Marta Minujín presentó su nueva obra La Torre de Pisa de Spaghettis.
La instalación, realizada con 20 mil paquetes de tallarines que luego fueron entregados al público en una acción colectiva, sintetizó el espíritu de esta edición: la creatividad como puente entre el arte y la comunidad.
“Marta es sinónimo de vanguardia e imaginación desbordante”, sostuvo Macri, destacando a la artista como símbolo de la identidad cultural porteña.
La Usina del Arte, en La Boca, fue otro de los espacios más concurridos. Allí se vivió El Palacio de la Luz, una propuesta inmersiva de música y luces en 360°, mientras el Patio de Honor vibró al ritmo de la DJ Uopa Nachi.
El edificio, que alguna vez fue una usina eléctrica, recuperó su energía en una noche donde lo industrial y lo artístico se fundieron en una experiencia sensorial total.
El Colón Fábrica volvió a ser una de las paradas más buscadas. Su recorrido detrás de escena permitió descubrir los secretos del teatro más emblemático de Latinoamérica: desde vestuarios majestuosos hasta escenografías monumentales, artesanías y utilería.
Allí, los visitantes pudieron ver de cerca el trabajo de los talleres donde se da forma a la magia que luego se despliega sobre el escenario del Teatro Colón.
Una de las grandes novedades de esta edición fue la incorporación de la Casa de la Cultura, el histórico edificio que albergó al diario La Prensa, recientemente restaurado.
A pocos metros de Plaza de Mayo, el espacio se sumó con actividades especiales y fue símbolo del crecimiento constante de la red de museos y centros culturales porteños, que este año sumó 50 nuevos espacios.
El Museo Sívori, en el marco del 120° aniversario del nacimiento de Antonio Berni, inauguró la muestra Ecos en la colección. #Antonio_influencer, que propone una lectura contemporánea de su obra, presentando al artista rosarino como un adelantado a su tiempo.
Con charlas, talleres y una suelta de libros inspirados en Berni, el museo celebró la vigencia de su mirada social y estética.
Por su parte, el Museo de la Ciudad se transformó en una fiesta urbana: mapping sobre la fachada, talleres de fileteado porteño y postales, un mural colectivo y un set de DJ Villa Diamante hicieron vibrar el Casco Histórico.
Las imágenes del patrimonio fotográfico del museo cobraron vida sobre los muros coloniales, mezclando historia y tecnología en una experiencia visual envolvente.
El público también disfrutó recorridos nocturnos por el Sitio Arqueológico La Cisterna, donde los acordes de los estudiantes del Conservatorio Manuel de Falla acompañaron la visita.
Esa estructura, que en el siglo XIX almacenaba agua de lluvia, se convirtió en un espacio de memoria viva del Buenos Aires fundacional.
En el Museo Moderno, las artes visuales dialogaron con la inclusión. Se ofrecieron recorridos accesibles con materiales adaptados para personas con discapacidad visual y se desarrolló la cuarta Feria del Libro de Humanidades y Ciencias Sociales.
La muestra Esto es teatro revivió escenas experimentales del mítico Instituto Di Tella y el Parakultural, mientras talleres y laboratorios invitaron a crear personajes y máscaras inspiradas en Dalila Puzzovio y los movimientos concretos.
El Museo Nacional de Bellas Artes propuso un viaje a través de obras maestras de Quinquela Martín, Pettoruti, Monet, Pollock y Gorriarena, este último homenajeado con una exposición especial por el centenario de su nacimiento.
Los visitantes pudieron participar en visitas guiadas inclusivas con lengua de señas y recorridos para niños, lo que reafirmó el compromiso del museo con la accesibilidad y la educación artística.
El Museo del Cabildo ofreció una programación que unió historia y arte: talleres, charlas al pie de la excavación arqueológica y la muestra Tras los muros, dedicada a los 300 años del inicio de la construcción del edificio en 1725. Entre coros y proyecciones, la memoria colonial de la Ciudad cobró nueva vida.
Otros puntos destacados fueron el Museo Borges, que celebró los 80 años de El Aleph con lecturas y conferencias, y el Museo Xul Solar, donde una experiencia participativa permitió explorar el mundo esotérico del artista con tarotistas y un mago en vivo.
El recorrido incluyó además una subida nocturna al Mirador de la Torre Monumental, desde donde se pudo contemplar la Ciudad iluminada como pocas veces.
La postal panorámica coronó una jornada donde Buenos Aires entera se volvió un museo al aire libre.
El espíritu de accesibilidad se reflejó también en la movilidad: el transporte público fue gratuito durante toda la noche.
Subtes, premetro y colectivos funcionaron sin costo, mientras los nuevos buses eléctricos y el sistema Ecobici permitieron trasladarse entre las sedes culturales de forma sustentable.
La tecnología de BOTI, el chatbot oficial de la Ciudad, facilitó el acceso a los pases gratuitos y la planificación de recorridos.
Como cronista y testigo, me conmovió ver cómo miles de vecinos se apropiaban del arte, cómo familias enteras caminaban bajo las luces de una Ciudad viva, diversa y orgullosa de su identidad cultural.
La Noche de los Museos no fue solo una celebración del pasado, sino una afirmación del presente: Buenos Aires sigue siendo una ciudad que respira cultura, que se reinventa en cada esquina y que, cada noviembre, nos recuerda que el arte es, ante todo, una forma de encontrarnos.



