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Miles de personas recorrieron el Museo del Subte en una edición record

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La Ciudad volvió a demostrar este fin de semana que su historia sigue viva bajo tierra. El sábado pasado, en el marco de la Semana del Patrimonio, miles de vecinos se acercaron al Museo del Subte para participar de una tarde cargada de actividades, recorridos y propuestas culturales que reafirmaron la importancia del subte como emblema patrimonial porteño.

Lo que se esperaba como una jornada tranquila terminó convirtiéndose en un auténtico homenaje colectivo a la memoria urbana.

“Pocas veces veo tanta gente reunida en torno al pasado de la Ciudad; esta vez fue emocionante recorrer esos pasillos y sentir que cada visitante estaba descubriendo un pedacito de nuestra historia”, fue lo primero que pensé apenas crucé la puerta del Laboratorio Patrimonial Centenera.

La energía del lugar, la diversidad de públicos y el clima de celebración convirtieron la visita en algo más que un simple paseo.

El evento, realizado el sábado 15 en el edificio de Av. del Barco Centenera 777 en Caballito, permitió volver a abrir un espacio único: un laboratorio construido con materiales reciclados de la red y dedicado a conservar piezas, herramientas, cerámicas y maquinaria histórica de las estaciones más emblemáticas.

En esta oportunidad, la convocatoria superó todas las expectativas, y el flujo de visitantes fue constante durante toda la tarde.

Entre las 16 y las 20, el Museo del Subte desplegó un abanico de actividades que capturó la atención de grandes y chicos.

Las exposiciones de ferromodelistas y modelismo naval se llevaron buena parte de las miradas; quienes se acercaron no sólo pudieron observar maquetas y reconstrucciones minuciosas, sino también conversar con especialistas que explicaban cómo replican, pieza por pieza, los trenes que marcaron generaciones enteras.

Era impresionante ver a familias enteras señalando una locomotora en miniatura o comparando detalles con las fotos históricas expuestas.

A lo largo de la jornada hubo talleres abiertos, presentaciones musicales y una murga que aportó alegría y movimiento a la tarde.

El ambiente gastronómico, instalado en el patio, se convirtió en uno de los puntos de encuentro más animados: mesas llenas, conversaciones que iban desde anécdotas de viaje en la vieja Línea A hasta curiosidades sobre los primeros vagones eléctricos que circularon en la Ciudad.

Uno de los momentos más celebrados fue el regreso del Tramway Histórico, gestionado por la Asociación Amigos del Tranvía. Los viajes gratuitos —que funcionaron entre las 16 y las 19— tuvieron una demanda altísima. De hecho, los turnos se agotaron rápidamente y muchos visitantes esperaron pacientemente para asegurarse un lugar.

Cada recorrido ofrecía una ventana directa al pasado, y escuchar el tintineo del tranvía avanzando por Caballito generaba una sensación difícil de describir. Algunos vecinos incluso contaron recuerdos de infancia vinculados a esos mismos coches, lo que sumó un componente emocional inesperado.

Durante la semana previa al evento, los docentes de la Escuela Taller de Patrimonio habían trabajado en la restauración del histórico vagón Preston, uno de los cuatro coches ingleses de 1912 que formaron parte de la primera formación de la Línea A.

Ese trabajo, que muchos pudieron ver documentado en fotografías y explicaciones dentro del museo, fue otro de los atractivos. La restauración no sólo recupera un objeto valioso, sino que reafirma la voluntad de la Ciudad de mantener vivo un patrimonio que necesita intervención constante para ser apreciado por las nuevas generaciones.

En lo personal, vivir la experiencia de esta edición de la Semana del Patrimonio me dejó una sensación muy clara: cuando la Ciudad abre sus espacios culturales de manera auténtica y cercana, la respuesta del público es inmediata.

Caminé los pasillos del museo, escuché conversaciones entre desconocidos que compartían la sorpresa ante cada objeto rescatado, y vi chicos mirando con fascinación herramientas que alguna vez se usaron para mantener en funcionamiento la red que hoy millones utilizan cada día. Esa mezcla de curiosidad, memoria y entusiasmo es, para mí, lo que hace que estos eventos sean indispensables.

Al finalizar la jornada, el museo quedó en silencio, pero el eco de lo vivido seguía vibrando. Muchos visitantes se retiraron con fotos, historias nuevas y un renovado orgullo por ese subte que forma parte de la vida cotidiana pero cuyo pasado pocas veces conocemos en profundidad.

Esta Semana del Patrimonio nos recordó, una vez más, que preservar la historia no es un acto nostálgico, sino una manera de seguir construyendo identidad.