
La renovación integral de un espacio de juegos siempre es una señal de época: habla de prioridades, de decisiones y, sobre todo, de cómo una comunidad piensa a sus infancias.
En este caso, las obras encaradas buscaron dejar atrás el deterioro acumulado durante años y dar paso a un entorno moderno, accesible y pensado para el desarrollo pleno de niñas y niños, con criterios de inclusión y seguridad acordes a los estándares actuales.
“No se trató solo de cambiar juegos viejos por nuevos, sino de repensar el espacio desde una mirada integral, donde el juego, la accesibilidad y la estimulación sensorial convivan en un mismo lugar”, coinciden desde el área técnica que impulsó los trabajos, al explicar el alcance de una intervención que apuntó tanto a la infraestructura como a la experiencia cotidiana de quienes utilizan el espacio.
Los trabajos de renovación respondieron, en primer término, a una necesidad concreta y visible: el desgaste del solado y del equipamiento existente, que ya no garantizaban condiciones óptimas de seguridad ni cumplían con los criterios actuales de accesibilidad.
Juegos deteriorados, superficies rígidas y estructuras obsoletas habían quedado desfasadas frente a nuevas normativas y a una concepción más amplia del juego como herramienta de aprendizaje, integración y desarrollo.
A partir de ese diagnóstico, se avanzó en una intervención profunda que incluyó la incorporación de nuevo equipamiento especialmente diseñado para estimular el desarrollo sensorial y la motricidad fina.
Entre los elementos instalados se destacan mangrullos con paneles lúdicos, que combinan actividad física con desafíos cognitivos; un laberinto sensorial pensado para promover la exploración a través del tacto y el movimiento; y un pórtico mixto que amplía las posibilidades de juego compartido.
Uno de los ejes centrales de la renovación fue la inclusión. En ese sentido, se sumaron dispositivos que permiten que niños y niñas con distintas capacidades puedan participar activamente del espacio.
La incorporación de una calesita integradora marca un punto clave en esa dirección, al facilitar el acceso y el uso a infancias con movilidad reducida.
A esto se agregan paneles inclusivos con sistema Braille y señas, que introducen al juego una dimensión educativa y de sensibilización, favoreciendo la convivencia y el respeto por la diversidad desde edades tempranas.
El nuevo equipamiento también contempla aspectos vinculados a la estimulación musical y expresiva. Paneles musicales y pizarrones amplían el abanico de propuestas, invitando no solo al movimiento sino también a la creatividad, la expresión artística y la interacción grupal.
Estos elementos refuerzan la idea de que el juego no es una actividad aislada, sino una experiencia integral que atraviesa lo físico, lo emocional y lo social.
Otro aspecto central de la obra fue la renovación completa del solado. Se colocó un nuevo piso de caucho continuo, una superficie que ofrece mayor absorción de impactos, reduce riesgos de lesiones y mejora sustancialmente la accesibilidad.
Este tipo de solado, además de cumplir con normativas de seguridad vigentes, aporta confort y continuidad visual al espacio, generando un entorno más amigable y moderno.
Desde una perspectiva urbana y social, este tipo de intervenciones adquiere un valor que excede lo estrictamente recreativo.
Los espacios de juego son puntos de encuentro, de socialización y de construcción de vínculos comunitarios.
Su calidad incide directamente en la forma en que las infancias se apropian del espacio público y en cómo las familias lo habitan y lo cuidan.
En un contexto donde la planificación urbana empieza a incorporar con mayor fuerza la mirada de la accesibilidad universal, estas obras se inscriben en una tendencia más amplia que busca garantizar igualdad de oportunidades desde la infancia.
Diseñar juegos inclusivos, seguros y estimulantes no es solo una decisión técnica, sino también una definición política y cultural sobre el tipo de ciudad que se quiere construir.
La renovación del espacio de juegos no solo mejora la infraestructura existente, sino que redefine su sentido: lo convierte en un lugar seguro, inclusivo y preparado para acompañar el crecimiento y el desarrollo de las infancias.
Una intervención que, más allá de lo visible, deja un mensaje claro sobre la importancia de pensar el juego como un derecho y como parte esencial de la vida comunitaria.



