
El ruido de los dados y el barajar de cartas quedaron silenciados de golpe: la Policía de la Ciudad desmanteló un garito clandestino en el corazón del Barrio 20, en Villa Lugano, y detuvo a un ciudadano paraguayo de 30 años, acusado de organizar juegos ilegales y portar un arma de fuego sin autorización. En el lugar había casi treinta personas participando activamente de apuestas fuera de la ley.
El juego clandestino no es un delito menor, sino una puerta de entrada a delitos más complejos, como la trata, el lavado de dinero y la violencia”, señaló una fuente judicial con conocimiento directo del caso, que advirtió además que estos espacios suelen estar bajo el radar de redes criminales que operan en la Ciudad.
El operativo, que se desarrolló en la noche del pasado martes, fue fruto de una investigación llevada a cabo por la División Conductas Contravencionales y Faltas de la Policía de la Ciudad.
Tras varios días de vigilancia y recolección de pruebas, se logró confirmar que en un domicilio de la calle Chilavert al 4600, en pleno Barrio 20, funcionaba un garito ilegal en el que se desarrollaban actividades de juego de azar sin ningún tipo de habilitación.
Con esa información, se dio intervención a la Fiscalía Penal, Contravencional y de Faltas N° 20, especializada en delitos vinculados al juego clandestino, que avaló las pruebas obtenidas y solicitó al Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas N° 3 la correspondiente orden de allanamiento.
La irrupción fue rápida y eficaz. En el lugar, efectivos de la fuerza policial porteña ingresaron acompañados por grupos de contención del DOU (Dispositivo de Orden Urbano), encontrando en plena actividad a 27 personas apostando con cartas, dados y un bolillero de bingo.
Según informaron fuentes policiales, se incautaron 30 mazos de naipes, 35 dados, una mesa adaptada para el juego, el bolillero mencionado, cinco teléfonos celulares, documentación de interés para la causa y una suma considerable de dinero: $1.446.000 en efectivo y 200 dólares.
El propietario del domicilio y presunto organizador del garito, un ciudadano paraguayo de 30 años, fue arrestado en el lugar. Pero el hallazgo más preocupante no fue el dinero ni los elementos de juego, sino un revólver calibre .38 con cinco municiones activas.
Esto derivó en la imputación no solo por organización de juegos clandestinos, sino también por tenencia ilegal de arma de fuego.
Según fuentes judiciales, estos espacios no solo constituyen una infracción a las normas que regulan el juego, sino que muchas veces son también centros donde circula dinero negro y se establecen relaciones con otras actividades delictivas.
“El dinero no declarado que se mueve en estas mesas puede alimentar estructuras mafiosas o ser usado para financiar otras operaciones criminales”, explicó un investigador de la fuerza.
Además del daño económico que genera el juego clandestino —que escapa completamente a los controles del Estado y no tributa—, existe un daño social profundo.
Este tipo de prácticas afecta especialmente a sectores vulnerables, donde las promesas de “dinero rápido” pueden convertirse en una trampa.
En muchos casos, los jugadores son vecinos del mismo barrio que, ante la falta de oportunidades, terminan expuestos a la adicción y el endeudamiento.
No es la primera vez que se detectan este tipo de garitos en barrios populares de la Ciudad. En los últimos dos años, la Policía de la Ciudad llevó adelante más de 40 operativos similares, y cada vez que se desbarata uno, surge la sospecha de que hay muchos otros funcionando con la misma lógica: en la clandestinidad, con complicidades locales y en casas de familia donde se mezclan la actividad ilícita con la vida cotidiana.
La Fiscalía Penal, Contravencional y de Faltas N° 20 ya solicitó la prisión preventiva del detenido mientras avanza la causa. En paralelo, se está investigando si existen otras personas involucradas en la organización del garito, ya sea como financistas, “croupiers” o encargados de reclutar jugadores.
Desde el Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad señalaron que seguirán trabajando con firmeza contra el juego ilegal. “Este tipo de delitos no solo perjudica a la sociedad desde lo económico, sino que genera un entorno propicio para el crimen organizado.
No podemos permitir que esto se naturalice en nuestros barrios”, afirmó un funcionario del área.
Lo que ocurrió en Villa Lugano no es un hecho aislado. Es apenas una ventana a un fenómeno mucho más profundo y complejo, que revela cómo la marginalidad, la falta de control estatal y el delito se entrelazan en los bordes invisibles de la ciudad.
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