¿Y si te dijera que antes de las sirenas, antes de los camiones rojos brillantes, había perros que literalmente despejaban las calles para que los bomberos pudieran llegar a tiempo?
Imagina una ciudad del siglo XVIII. Un incendio estalla. Los caballos salen al galope tirando del pesado carruaje de bomberos. Pero las calles están llenas de gente, animales y otros perros ladrando, asustando a los caballos. ¿Cómo lograban los bomberos abrirse paso antes de que fuera demasiado tarde?
Ahí es donde entra el Dálmata.
Cuando las compañías de bomberos comenzaron a usar carros tirados por caballos, el Dálmata fue la elección perfecta. Corrían delante del carruaje ladrando para alertar a la multitud, despejando las calles de personas y animales. Al llegar al incendio, permanecían junto a los caballos para que no entraran en pánico mientras los bomberos combatían las llamas. De noche, dormían en los establos, protegiendo a los caballos y el equipo contra ladrones.
Y lo más increíble es que, cuando los caballos fueron reemplazados por camiones motorizados a inicios del siglo XX, los Dálmatas se quedaron. Ya no corrían al frente del motor, pero se habían convertido en símbolos de coraje, lealtad y servicio.
Hoy, muchos parques de bomberos mantienen Dálmatas como mascotas oficiales y embajadores educativos, enseñando a los niños sobre seguridad contra incendios y recordándonos que el valor no siempre lleva casco… a veces lleva manchas.
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