
En un contexto donde las pantallas ocupan cada vez más espacio en la vida cotidiana de niños y adolescentes, el Ministerio de Educación de la Ciudad lanzó un premio especial que busca encender una luz de alerta.
“Aprendé a desconectar” se suma al histórico concurso Hacelo Corto, el festival de cortometrajes más grande de Latinoamérica realizado por estudiantes, y propone reflexionar de manera creativa sobre los riesgos del uso excesivo de dispositivos digitales.
“Queremos que los chicos puedan expresarse con sus propios lenguajes, que nos cuenten qué significa para ellos vivir rodeados de pantallas y cómo impacta en sus relaciones, en su tiempo libre y en la escuela”, sostuvo durante la presentación una funcionaria del área de Educación porteña, en un acto que reunió a docentes, directivos y referentes del mundo audiovisual.
El lanzamiento del premio “Aprendé a desconectar” tiene como objetivo estimular la mirada crítica de los más jóvenes.
A través de cortometrajes breves —de entre uno y cinco minutos— los estudiantes podrán visibilizar situaciones cotidianas vinculadas al uso excesivo de celulares, tablets, consolas y computadoras.
El certamen estará abierto a escuelas de gestión estatal y privada de todos los niveles educativos, desde sala de 5 en inicial hasta la secundaria.
Cada institución podrá presentar hasta cinco producciones, y la inscripción quedará habilitada a partir del 1.º de septiembre de 2025 mediante un formulario disponible en el sitio oficial del programa.
El programa Medios en la Escuela, impulsor de esta iniciativa, viene trabajando hace años en la incorporación de las herramientas audiovisuales en el aula.
Ahora, con esta nueva categoría, se pone el foco en una problemática que preocupa tanto a familias como a especialistas: la hiperconectividad.
Según datos de UNICEF, en la Argentina el 82% de los adolescentes pasa más de cuatro horas diarias frente a una pantalla fuera del horario escolar, lo que genera impactos en su descanso, en su concentración y en la calidad de sus vínculos.
Los riesgos del uso excesivo de dispositivos han sido advertidos por médicos y psicólogos en múltiples investigaciones.
Desde problemas de postura y sedentarismo hasta dificultades para conciliar el sueño, pasando por el aislamiento social o la exposición a contenidos inapropiados, la lista de consecuencias es amplia y diversa.
Sin embargo, el desafío no pasa por demonizar la tecnología, sino por promover un uso equilibrado y consciente. “No se trata de prohibir, sino de acompañar, de enseñarles a los chicos a poner un límite saludable”, explicó un docente de secundaria que participó de la presentación del certamen.
El concurso Hacelo Corto, que ya es un clásico en la agenda cultural y educativa porteña, celebrará este año su edición número 23.
A lo largo de su historia, miles de estudiantes han presentado cortometrajes que abarcan temáticas como la convivencia escolar, la memoria, la inclusión, la diversidad y los derechos humanos.
La nueva categoría “Aprendé a desconectar” amplía ese horizonte temático y abre la puerta a que los propios jóvenes tomen la palabra sobre un asunto que los involucra directamente.
Un aspecto destacado del certamen es la posibilidad de integrar diferentes áreas del conocimiento. Los cortos pueden realizarse en el marco de materias de Lengua, Educación Tecnológica, Formación Ética o incluso en talleres extracurriculares.
De esta manera, el cine y los medios se convierten en vehículos para el aprendizaje transversal y el desarrollo de la creatividad.
En paralelo, el Ministerio anunció que se dictarán capacitaciones específicas para docentes, con el fin de que puedan orientar a sus alumnos en la producción de cortos.
Estas instancias de formación abarcarán desde la escritura de guiones hasta el manejo de cámaras y la edición digital, poniendo al alcance de las escuelas herramientas profesionales que potencien la experiencia de los estudiantes.
La preocupación por la sobreexposición digital no es exclusiva de Buenos Aires. Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya han recomendado limitar el tiempo de pantalla en la infancia.
Para niños de 2 a 4 años, por ejemplo, la OMS sugiere no más de una hora diaria, y siempre con contenido de calidad y bajo la supervisión de adultos.
En la adolescencia, aunque los tiempos son mayores, la clave sigue siendo el equilibrio. En este sentido, iniciativas como “Aprendé a desconectar” contribuyen a poner en agenda un debate que no admite demoras.
Las familias, por su parte, son actores fundamentales en este proceso. En muchos hogares se plantean discusiones cotidianas sobre cuánto tiempo frente a los videojuegos es demasiado o qué tipo de uso de las redes sociales puede considerarse saludable.
Los cortometrajes que surjan de este concurso no solo serán una herramienta pedagógica para el aula, sino también una forma de invitar a madres, padres y tutores a repensar sus propias prácticas.
El certamen ofrece también la posibilidad de que los chicos descubran talentos y pasiones. Muchos ex participantes de Hacelo Corto continuaron luego su camino en el mundo del cine, la televisión o la comunicación social.
Para algunos, este concurso fue la primera oportunidad de agarrar una cámara y contar una historia. Ahora, con un tema tan actual y cercano, se espera una participación aún más masiva.
En lo personal, como periodista que sigue de cerca estas iniciativas educativas, considero que este tipo de propuestas son fundamentales.
No solo porque acercan a los estudiantes al lenguaje audiovisual, que es el que hoy domina gran parte de nuestras interacciones, sino porque les dan voz para hablar de un problema que sienten en carne propia.
La desconexión, aunque a veces parezca imposible, es un aprendizaje urgente. Y qué mejor que escuchar ese mensaje a través de los ojos y las palabras de quienes más lo viven: los jóvenes.
El cierre del concurso está previsto para fines de noviembre, cuando se exhiban los cortometrajes seleccionados en una muestra abierta al público.
Allí se premiarán las producciones más destacadas y se generará un espacio de encuentro entre alumnos, docentes y familias. Más allá de los ganadores, lo que quedará es el debate y la conciencia sobre la necesidad de encontrar un equilibrio entre lo digital y lo real.
Porque, en definitiva, desconectarse no significa renunciar a la tecnología, sino aprender a usarla con inteligencia y humanidad. Y eso es, quizá, uno de los aprendizajes más valiosos que puede dejar la escuela.
La entrada “Aprendé a desconectar”: creatividad y conciencia digital en las aulas se publicó primero en Noticias Vecinales.