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Crisis, inflación y enfrentamientos

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(ANSA) – BEIRUT, 24 MAR – Los precios de los bienes y servicios esenciales siguen en aumento en el Líbano, a la sombra de la prolongada crisis económica que comenzó hace un año y medio que no parece destinada a resolverse a corto plazo.

En las últimas horas, las autoridades volvieron a reducir los subsidios a la harina y a los carburantes, causando una nueva suba de los precios del pan, de la gasolina, del combustible para los generadores eléctricos y las bombonas de gas.

Se trata de bienes y servicios que desde hace décadas forman parte de la vida cotidiana de todo libanés: el combustible para los generadores es necesario para proporcionar corriente eléctrica para uso civil, dado el racionamiento diario de la electricidad vigente desde hace casi medio siglo (en algunas áreas la corriente estatal falta incluso 12 horas diarias).

Las bombonas de gas, por su parte, hacen falta para cocinar y alimentar las panaderías, dada la ausencia de una red nacional de gas.

Mientras tanto la lira local perdió alrededor del 90% de su valor en los últimos 18 meses, y el gobierno renunciante ya anunció que no está en condiciones de mantener las subvenciones estatales sobre los bienes y servicios esenciales.

En los últimos días se registraron incidentes y tensiones en los negocios de alimentos y supermercados, debido a la cantidad de clientes en busca de acaparar productos subvencionados y otros bienes considerados necesarios, como el aceite de semillas (el de oliva es de demasiado caro) y la leche en polvo (la leche fresca se considera un lujo).

Según las estadísticas oficiales libanesas, la inflación a fines de 2020 ascendió al 145,8% y el Banco Mundial afirma que en un año el precio de la carne aumentó 110%, con una suba sensible (+65%) también del precio de las aves, considerada tradicionalmente la carne más económica de la región.

El precio del pan se duplicó desde mayo de 2020 hasta hoy, y la gasolina la semana pasada había pasado de las 4.000 liras locales a 20.000 liras locales por litro.

La creciente tensión social -exacerbada por una crisis económica y política que se considera la peor en los últimos 30 años- desencadenó anoche, en un barrio popular cerca del centro de Beirut, un tiroteo entre familias rivales.

El enfrentamiento fue en el barrio de Khandaq al Ghamiq, cerca de la sede de gobierno, considerado un feudo del movimiento chiíta Amal, encabezado por el inamovible presidente del parlamento y ex “señor de la guerra” Nabih Berri.

En los últimos días ya hubo varios choques armados semejantes, descritos como “esporádicos” e “individuales”, entre exponentes del partido de Berri y manifestantes antigubernamentales.

El líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, había amenazado públicamente en los últimos días a los manifestantes antigubernamentales para que no siguieran los bloqueos viales, acusándolos de ser parte del “complot” urdido por las “embajadas” occidentales.

Según analistas locales, Hezbolá, junto con Amal y los demás partidos confesionales, constituyen un cartel de fuerzas políticas que se reparten los recursos del país manteniendo el consenso popular a través de un sistema clientelar, legitimado por la retórica confesional.

Una retórica que, sin embargo, franjas de la población cuestionan cada vez más, afectadas en los últimos años a un notorio empobrecimiento. (ANSA).

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