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Día del Trabajador: reconocimiento al personal del Consejo de Niñez

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En el Día Internacional de los Trabajadores, el reconocimiento va más allá de los discursos: es un llamado a visibilizar a quienes, desde la primera línea y muchas veces en silencio, sostienen una labor clave para el futuro del país.

El personal del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes cumple un rol esencial en la protección integral de la infancia, aun en contextos adversos y con recursos limitados.

El trabajo que hacemos no se ve todos los días en los medios, pero impacta en la vida concreta de cientos de chicas y chicos.

Saber que un pibe volvió a la escuela o que pudo salir de una situación de abuso gracias a nuestro acompañamiento, nos reafirma cada día por qué hacemos lo que hacemos, cuenta Luciana Álvarez, trabajadora social del Consejo con más de 12 años en el organismo.

El Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es una institución pública encargada de promover, proteger y restituir los derechos de las infancias y adolescencias.

Su personal, compuesto por profesionales en psicología, trabajo social, abogacía, medicina, pedagogía, y un equipo administrativo fundamental, lleva adelante una tarea compleja, que combina la intervención directa con la planificación de políticas públicas.

Cada caso que ingresa al Consejo representa una historia atravesada por la desigualdad, la violencia o el abandono. Las intervenciones son muchas veces urgentes y requieren una coordinación con múltiples organismos: escuelas, hospitales, comisarías, defensorías y juzgados.

Según datos del organismo, en 2023 se atendieron más de 14.000 situaciones vinculadas a vulneración de derechos, y se brindó seguimiento a más de 5.800 casos activos a lo largo del año.

Entre los ejes de intervención más frecuentes se encuentran los casos de maltrato infantil, abuso sexual, negligencia familiar, trabajo infantil, consumo problemático, situaciones de calle y conflictos con la ley penal.

En todos estos contextos, el rol de las y los trabajadores del Consejo es clave para articular estrategias que permitan frenar el daño, proteger a las víctimas y restituir derechos.

“Cuando un chico entra en el sistema de protección, no lo hace solo. Trae consigo una historia, una familia, un barrio. Y eso exige una mirada integral y sensible”, explica Martín Suárez, psicólogo del organismo. “No somos burócratas del dolor, somos personas que también nos conmovemos, que también nos frustramos, pero que seguimos porque sabemos que nuestra tarea puede cambiar una vida”.

Además del trabajo con casos, el Consejo también participa en el diseño y ejecución de políticas públicas.

En articulación con otros organismos del Gobierno de la Ciudad y organizaciones de la sociedad civil, se impulsan campañas de sensibilización, capacitaciones en escuelas y programas de prevención del abuso y la violencia.

En este sentido, las políticas públicas con enfoque de derechos no serían posibles sin el compromiso cotidiano de quienes las implementan. En un contexto social y económico desafiante, con salarios que muchas veces no reflejan la magnitud del esfuerzo, las y los trabajadores siguen adelante con convicción.

“Lo hacemos por los chicos. Porque alguien tiene que estar ahí cuando el Estado llega tarde o cuando nadie más escucha”, resume Laura Benítez, abogada del equipo de legal del Consejo.

Uno de los desafíos actuales es el reconocimiento del trabajo en términos laborales y salariales, así como el fortalecimiento del sistema en términos de recursos y personal. No se trata solo de agradecer, sino de construir condiciones dignas para que esta tarea pueda realizarse con eficacia y humanidad.

Como periodista, me resulta imposible no destacar la entrega y la profesionalidad con la que este equipo enfrenta situaciones límite a diario. He podido recorrer las sedes descentralizadas del Consejo en los barrios, escuchar testimonios de jóvenes que fueron acompañados durante procesos dolorosos y ver cómo, muchas veces, la intervención de una trabajadora o trabajador fue el punto de inflexión entre una vida marcada por la exclusión y la posibilidad de un futuro distinto.

Este 1º de mayo no puede ser solo una efeméride más. Es una oportunidad para detenernos a valorar profundamente el trabajo invisible pero indispensable de quienes garantizan derechos.

En el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, cada expediente es una vida, y cada vida cuenta. Por eso, como sociedad, tenemos la obligación de cuidar a quienes cuidan.