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El tango celebra los 150 años del Hospital Gutiérrez

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El próximo viernes 22 de agosto a las 18 horas, el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez abrirá sus puertas para un homenaje que combina arte, memoria y salud pública.

El tango, patrimonio cultural de todos los argentinos, se hará presente en el marco de los festejos por los 150 años de este histórico hospital, con un concierto gratuito que reunirá a músicos consagrados, orquestas, coros y, sobre todo, al recuerdo vivo de Aníbal Troilo, el mítico “Pichuco”.

“Este hospital no solo ha salvado vidas durante más de un siglo, también ha sido parte de la historia cultural de Buenos Aires. Hoy queremos celebrarlo con el lenguaje más porteño que existe: el tango”, destacó Gabriel Soria, presidente de la Academia Nacional del Tango y uno de los oradores de la jornada.

El ciclo de conciertos “Patrimonio en Salud” encuentra en esta ocasión un cruce único entre tradición musical e identidad comunitaria.

En el mismo espacio donde Troilo fue bautizado el 20 de agosto de 1916, en la capilla del hospital de Gallo 1330, se presentará por primera vez el libro de bautismos que certifica ese hecho histórico.

La emoción se multiplicará cuando el maestro Walter Ríos ejecute con el bandoneón original de “Pichuco”, conservado en la Academia Nacional del Tango, generando un puente directo con la memoria del gran maestro.

El programa musical contará con nombres destacados. El Ensamble de Cuerdas de Tango del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla, bajo la dirección de Fabián Bertero, abrirá la velada con arreglos especialmente preparados para la ocasión.

Luego se sumará el Coro del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, dirigido por Mario Flores, acompañado por el bandoneonista Andrés Candia, quien además se desempeña como docente en la Escuela n°1 del hospital.

La presencia de Candia resulta significativa: representa la fusión de lo artístico con lo educativo dentro de una institución sanitaria.

Pero el momento más esperado llegará con el ingreso de Walter Ríos, figura indiscutida del tango contemporáneo, que interpretará clásicos del repertorio de Troilo con el instrumento que alguna vez vibró en sus manos.

Ese detalle no es menor: no se trata solo de una interpretación musical, sino de una recuperación patrimonial tangible.

El bandoneón de Troilo, guardado durante décadas en la Academia Nacional del Tango, volverá a sonar como en tiempos pasados, y lo hará en honor a un hospital que vio crecer a miles de niños y que guarda en sus registros el paso del propio “Pichuco”.

La jornada contará además con la participación de referentes institucionales y culturales. Entre ellos, Pablo Neira, director del Hospital Gutiérrez; Jorge Mallo, gerente operativo de Patrimonio del Ministerio de Cultura porteño; Luciano Majolo, de la Dirección General de Enseñanza Artística; y Francisco Torné, nieto de Troilo, que aportará la mirada familiar de quien carga con la herencia del mito.

El capellán del hospital, Juan de Aguirre, sumará también una palabra de valor espiritual en un acto que tiene tanto de celebración como de memoria.

El evento está organizado en conjunto por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, el Ministerio de Salud porteño, el propio Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y el Programa Historia y Patrimonio Cultural de la Salud.

El auspicio de la Academia Nacional del Tango completa un cuadro de alianzas que demuestra la importancia de vincular la cultura con la salud y de reivindicar a las instituciones que forman parte del ADN de Buenos Aires.

Ahora bien, lo que está en juego en esta celebración va más allá de un simple concierto. El Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, inaugurado en 1875, ha sido un pilar en la atención pediátrica de la Argentina.

Cada año recibe a miles de chicos y chicas de todas las provincias, siendo un centro de referencia no solo por su atención médica, sino también por su compromiso social.

En este aniversario, la música actúa como vehículo para reconocer el rol de una institución que durante 150 años sostuvo la vida y la esperanza de generaciones.

No es casual que se haya elegido el tango como protagonista. Este género, nacido en los arrabales y consolidado en los cafés, barrios y salones de Buenos Aires, lleva en su ADN la capacidad de narrar historias de lucha, amor y pertenencia.

Vincularlo con un hospital centenario es reafirmar que tanto la salud como la cultura son derechos que atraviesan la vida de todos los ciudadanos.

El detalle del libro de bautismos donde figura la inscripción de Troilo merece también un párrafo aparte. Ese documento, que será exhibido públicamente durante el acto, no es solo una reliquia eclesiástica, sino un testimonio vivo de cómo la historia personal de un artista puede entrelazarse con la de una institución pública.

Ver allí el nombre de Aníbal Carmelo Troilo, fechado el 20 de agosto de 1916, es un recordatorio de que la cultura popular se alimenta de raíces profundas, muchas veces inesperadas.

En lo personal, considero que homenajes como este no se limitan a la evocación de un aniversario. Son también un modo de pensar el presente.

En tiempos donde la salud pública enfrenta desafíos constantes, poner en valor la historia del Hospital Gutiérrez es, al mismo tiempo, un acto de gratitud y de reafirmación de la importancia de cuidar lo que nos pertenece a todos.

Y hacerlo con tango, con música, con comunidad reunida, refuerza la idea de que los símbolos culturales y las instituciones sanitarias son patrimonio colectivo que debemos sostener.

Este viernes, entonces, el tango no será solo música: será memoria, será homenaje y será abrazo colectivo a un hospital que lleva siglo y medio de compromiso con la niñez argentina.