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Impactante secuestro de droga y armas en una casa de Monte Castro

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Una red de narcomenudeo que operaba en el barrio porteño de Monte Castro fue desarticulada tras un impactante operativo de la Policía de la Ciudad.

En el lugar hallaron droga fraccionada, un arma de fuego, dinero en efectivo, un inhibidor de señal y una réplica de lanzacohetes RPG-7, un arsenal que excede los límites habituales del delito barrial.

“Fue un procedimiento quirúrgico, producto de meses de trabajo silencioso. No se trataba de un simple punto de venta: había logística, organización y hasta dispositivos para eludir controles”, expresó una fuente policial con acceso directo al caso.

El allanamiento se llevó a cabo en una vivienda ubicada sobre el pasaje Doctor David Peña al 4100, en el corazón de Monte Castro.

La División Investigaciones Antidrogas Zona Norte, bajo las órdenes del Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas N° 21, a cargo de la jueza Paula Virginia Núñez Gelvez y con intervención de la UFEIDE (Unidad Fiscal Especializada en la Investigación de Delitos vinculados a Estupefacientes), ejecutó el operativo que culminó con la detención del principal investigado, un hombre de 30 años señalado como el cerebro de la red.

Además del principal sospechoso, otras tres personas fueron identificadas dentro del inmueble, donde se encontró un panorama más propio de una escena de película que de una red local de narcomenudeo: 15 envoltorios y una bolsa con cocaína que sumaban 40,9 gramos; una pistola Bersa 9 mm con municiones (cuatro de ellas de punta hueca, de uso militar); un equipo de comunicación Baofeng que funcionaba como inhibidor de señal para interferir comunicaciones policiales; $154.600 en efectivo; tres teléfonos celulares; balanzas de precisión, anotaciones que serían clave para avanzar en la investigación, y diversos elementos destinados a la venta y distribución de estupefacientes.

Pero lo que más llamó la atención fue la réplica de un lanzacohetes RPG-7 de origen soviético y un rifle de aire comprimido, presumiblemente utilizados con fines intimidatorios.

A eso se sumaban prendas con apariencia de uniformes policiales —dos pantalones tipo cargo y un par de borceguíes—, que refuerzan la hipótesis de un intento por generar una fachada de autoridad o bien facilitar el paso de mercadería por ciertas zonas.

La causa, que se inició en enero por parte de la Unidad Investigativa N° 7, permitió seguir el rastro del narcomenudeo en la zona y reconstruir con precisión el circuito de comercialización, así como detectar las maniobras de encubrimiento que pretendían evadir la vigilancia estatal.

El uso de inhibidores y el hallazgo de prendas oficiales plantea nuevas alertas sobre el grado de sofisticación que comienzan a adquirir estas bandas.

Según trascendió, la réplica del lanzacohetes no tendría capacidad de disparo, pero su sola presencia supone una clara intención de amedrentamiento. Fuentes judiciales señalaron que, aunque se tratara de un objeto inoperable, el contexto en el que fue hallado eleva la peligrosidad del caso.

El detenido quedó imputado por infracción a la Ley de Drogas 23.737 y tenencia ilegal de arma de fuego. La Justicia dispuso el secuestro de todos los elementos encontrados, los cuales serán peritados en las próximas horas para definir si existen vínculos con otros delitos o redes de mayor escala.

Monte Castro, tradicionalmente un barrio residencial y de ritmo calmo, se vio sacudido por este operativo que dejó en evidencia cómo el narcomenudeo puede adquirir niveles preocupantes de organización, infraestructura y hasta teatralidad armamentista.

Los vecinos, sorprendidos por el despliegue policial, manifestaron su inquietud ante la posibilidad de que el barrio haya sido base de operaciones de una banda con métodos poco comunes para el narcomenudeo habitual.

En lo personal, cubrir esta noticia me llevó a reflexionar sobre la transformación silenciosa que algunos sectores de la ciudad comienzan a atravesar.

Lo que parece ser un simple punto de venta puede, en realidad, esconder una estructura con herramientas para eludir la ley, intimidar y operar con cierta impunidad.

La presencia de una réplica de lanzacohetes en una casa común de barrio nos recuerda que la criminalidad se mimetiza, avanza y muta, incluso entre paredes que aparentan normalidad.

No se trata solo de droga; se trata del poder y el control que estas organizaciones intentan imponer incluso en los márgenes más impensados de la ciudad.