
En el salón Alfonsín de la Legislatura porteña no hubo lugar para la indiferencia. Hubo aplausos largos, palabras sentidas y una certeza compartida: Jorge Lafauci es parte constitutiva de la historia del periodismo de espectáculos en la Argentina.
Con más de medio siglo de trayectoria, el periodista fue distinguido como Personalidad Destacada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el ámbito de la Cultura, en un reconocimiento que puso en valor no solo una carrera extensa, sino una forma de ejercer el oficio.
“Venimos a homenajear a la estrella, pero sobre todo a celebrar una vocación”, resumió María Cristina Álvarez Rodríguez, ex ministra de Gobierno bonaerense y sobrina nieta de Eva Perón, durante uno de los momentos más emotivos del acto.
Sus palabras funcionaron como una síntesis precisa del espíritu del reconocimiento: Lafauci no solo informó sobre el mundo del espectáculo, sino que lo narró, lo interpretó y lo defendió como parte esencial de la cultura popular argentina.
La distinción fue impulsada por la diputada Berenice Iañez y aprobada por unanimidad en la Legislatura, un dato que no es menor en tiempos de fragmentación política.
El consenso alcanzado refleja la transversalidad del legado de Lafauci, respetado tanto por colegas como por artistas, productores y referentes culturales.
“Fue una idea de Cristina y ni bien nos la compartió nos sumamos inmediatamente a trabajar para concretarlo”, explicó Iañez, quien además apeló a una memoria generacional compartida: “Yo crecí con la TV Guía en casa.
Ese mundo del espectáculo enlazaba la cultura nacional y popular y mostraba las oportunidades que había para quienes trabajaban en este ámbito. Este reconocimiento queda chico”.
El homenaje reunió a figuras clave del teatro y los medios. Entre ellos, el productor Carlos Rottemberg ofreció una reflexión que trascendió la figura de Lafauci para interpelar al presente del periodismo de espectáculos.
“Jorge pertenece a una época en la que las editoriales rescataban de los artistas lo mejor, ayudándolos a crecer y a llegar de manera empática al público. Hoy parecería que exacerbar lo peor es lo que da más rating o seguidores”, señaló.
Y agregó: “No todo lo pasado fue mejor, pero en el caso del periodismo de espectáculos tenía un matiz muy diferente, y a mí me gustaba más”.
Ese contraste entre épocas atraviesa gran parte de la valoración sobre Lafauci. Su estilo combinó información, opinión y análisis sin caer en la estridencia ni en el escándalo fácil.
Desde sus inicios en el diario Crónica hasta su paso por publicaciones emblemáticas como TV Guía, Radiolandia y Antena, construyó una mirada que entendía al espectáculo como un fenómeno cultural, social y político, no solo como un producto de consumo.
Nacido en 1943, periodista, locutor, escritor y docente, Lafauci se formó en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, una base académica que se reflejó siempre en su modo de escribir y analizar.
Trabajó en editoriales como Perfil y Atlántida, fue columnista en diarios como La Razón, La Nación y Crónica, y participó en programas televisivos que marcaron época, como Yo amo a la TV, Tu mejor sábado y Tu mejor domingo.
Su llegada a la televisión masiva tuvo uno de sus puntos más altos cuando fue jurado en Bailando por un sueño entre 2006 y 2008.
En un contexto dominado por el show y la polémica, Lafauci representó una voz crítica y profesional, capaz de ponderar la calidad artística sin perder de vista las reglas del espectáculo. Esa combinación le valió respeto incluso entre quienes no compartían sus opiniones.
Además, su rol institucional fue clave: presidió APTRA entre 1984 y 1995, en años decisivos para la reconstrucción democrática de los medios, y continúa siendo miembro activo de esa entidad y de ACE.
Su producción bibliográfica también da cuenta de una mirada histórica sobre el espectáculo, con títulos como La mujer argentina antes y después de Eva Perón y Un siglo de secretos en el espectáculo, obras que funcionan como documentos culturales de distintas épocas.
Visiblemente emocionado, Lafauci agradeció la presencia de familiares y amigos y destacó el acompañamiento recibido a lo largo de su carrera.
Sus palabras, breves y sentidas, cerraron un acto que tuvo más clima de celebración colectiva que de ceremonia formal.
El reconocimiento no fue solo a una figura individual, sino a una manera de ejercer el periodismo con oficio, responsabilidad y respeto por la cultura.
En tiempos donde la inmediatez y la polémica suelen imponerse, el homenaje a Jorge Lafauci funciona también como una invitación a revisar el valor del periodismo de espectáculos como espacio de reflexión, memoria y construcción cultural.
Un reconocimiento que, más allá de la placa y los discursos, deja una marca en la historia de los medios argentinos.

