En Buenos Aires se realizan casi 100.000 operativos de desratización cada año, una cifra que refleja tanto la magnitud del problema como la respuesta oficial para enfrentarlo.
La proliferación de roedores es una preocupación constante para la salud pública, y el Gobierno porteño busca reducirla con un plan sistemático que se implementa en calles, plazas y edificios públicos.
“Las ratas no son un problema nuevo, pero sí uno que debe combatirse con decisión, constancia y método”, señalan desde el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana. “Nuestro objetivo es proteger la salud de los vecinos y garantizar espacios limpios en toda la ciudad.”
La aparición de roedores no distingue entre barrios acomodados y zonas más vulnerables: en todas partes, donde haya restos de alimentos y lugares propicios para el anidamiento, puede surgir una plaga.
Frente a esto, el Gobierno porteño puso en marcha un Plan Integral de Control de Plagas, con foco en la desratización, que incluye tres etapas fundamentales: diagnóstico del sitio, prevención y control químico.
El proceso comienza con la inspección del lugar: técnicos especializados recorren los puntos reportados por vecinos, observan condiciones de higiene, posibles ingresos de roedores y signos visibles de actividad (excrementos, madrigueras, daños en cables o estructuras).
En segundo lugar, se aplican medidas preventivas como sellado de grietas, limpieza profunda y recomendaciones a residentes o encargados de edificios.
Finalmente, se procede al control químico, que implica la colocación de cebos en lugares seguros e inaccesibles para niños o animales domésticos.
Estas tareas no se interrumpen nunca: se ejecutan todas las semanas, pero se intensifican durante el verano, cuando el calor acelera la descomposición de residuos y convierte los desechos orgánicos en una tentación irresistible para los roedores.
Según datos oficiales, entre diciembre y marzo es cuando se produce el mayor número de reportes de presencia de ratas.
La prevención es una parte clave del plan. Se estima que una rata puede reproducirse más de 50 veces al año, lo que convierte cualquier descuido en un foco de infestación en muy poco tiempo.
En la Ciudad de Buenos Aires, los barrios con más reportes suelen ser Balvanera, San Cristóbal, Barracas y Palermo, aunque todos los sectores están incluidos en los operativos.
“En muchos casos, el problema se origina por malos hábitos domiciliarios: sacar la basura fuera del horario, no cerrarla correctamente o acumular desperdicios en patios, cocheras o jardines”, explican los especialistas. Por eso, además de los operativos, el Gobierno realiza campañas de concientización sobre prácticas de higiene urbana.
Uno de los instrumentos más valorados por los vecinos para actuar rápidamente es Boti, el chatbot de WhatsApp del Gobierno de la Ciudad.
Desde allí, se pueden realizar denuncias, pedir operativos y recibir consejos útiles para evitar la presencia de plagas. También continúa vigente el tradicional 147, donde personal capacitado toma cada caso y lo deriva al área correspondiente.
Por otro lado, el Plan no se limita a las calles: escuelas, hospitales, museos, bibliotecas, teatros y cementerios también reciben inspecciones periódicas. Cualquier dependencia pública es tratada como un espacio sensible, tanto por su actividad como por el número de personas que circulan a diario.
Desde el área de Higiene Urbana explican que no se trata solo de colocar veneno: “El control real de las plagas requiere trabajo interdisciplinario, monitoreo constante y compromiso comunitario. Si cada vecino toma medidas y avisa a tiempo, logramos una ciudad más saludable”.
De acuerdo con datos del Ministerio, los operativos realizados en 2024 superaron los 97.000, un número récord impulsado tanto por el aumento de solicitudes como por el refuerzo del equipo operativo, que incorporó más personal técnico y herramientas geolocalizadas para mejorar la respuesta. El tiempo promedio entre la denuncia y la intervención es de menos de 48 horas en la mayoría de los casos.
En tiempos donde la salud pública sigue siendo una prioridad, combatir la proliferación de ratas es también una forma de prevenir enfermedades como la leptospirosis, salmonelosis y hantavirus, todas vinculadas a la presencia de roedores en entornos urbanos.
Desde mi experiencia recorriendo barrios porteños y hablando con vecinos, puedo asegurar que la problemática existe, pero también que hay una respuesta cada vez más coordinada por parte del Estado. Claro que el éxito de esta política depende también de la participación ciudadana.
Cada pedido que se hace, cada acción de limpieza que realiza un vecino o consorcio, suma en una batalla que no se gana una sola vez, sino todos los días.
Porque mantener a raya a las ratas no es solo un asunto de desinfección: es también una forma de cuidar el lugar donde vivimos.
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