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La Ciudad lanza la XI Semana de Arqueología y Paleontología

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La Ciudad de Buenos Aires se prepara para abrir sus puertas a un viaje en el tiempo: entre el 13 y el 20 de octubre se desarrollará la XI Semana de Arqueología y Paleontología, una propuesta que invita a descubrir los secretos ocultos bajo el suelo porteño y a reflexionar sobre la riqueza patrimonial que habita en sus barrios.

Conferencias, visitas guiadas, ponencias, talleres y actividades abiertas al público conformarán un calendario único para quienes quieran acercarse a estas disciplinas.

“Queremos que cada vecino y cada visitante pueda comprender que Buenos Aires también se cuenta desde lo que está enterrado y desde lo que reconstruimos con las piezas halladas”, señalaron desde el Ministerio de Cultura porteño al anunciar la convocatoria.

El objetivo es claro: acercar la arqueología y la paleontología al público general, resaltar su impacto en la vida urbana y motivar la preservación del patrimonio material e histórico.

La iniciativa, que ya lleva once ediciones, se consolidó como un espacio de encuentro entre especialistas, investigadores, instituciones educativas y vecinos curiosos. No se trata únicamente de mostrar piezas o descubrimientos aislados, sino de tejer relatos que den sentido a la memoria de la ciudad.

Porque Buenos Aires no se explica solo en sus edificios, plazas o avenidas: también lo hace en los restos de cerámica indígena hallados en excavaciones, en los cimientos de conventillos derribados o en los fósiles que recuerdan la biodiversidad perdida.

En esta edición, la convocatoria para presentar trabajos estará abierta hasta el 29 de septiembre de 2025. Los investigadores podrán enviar propuestas de ponencias inéditas, con un máximo de 200 palabras de resumen, al correo consultapatrimonio@buenosaires.com

Según la reglamentación, cada autor tendrá la posibilidad de postular hasta dos trabajos: uno de forma individual y otro en coautoría.

Los seleccionados deberán exponer en un lapso que no supere los 25 minutos. La lista de aceptados será publicada el 1° de octubre en el portal oficial de la Gerencia de Patrimonio.

No es un detalle menor que los temas tengan vínculo con la Ciudad de Buenos Aires y el Área Metropolitana. Allí se encuentran sitios de enorme valor que, aunque muchas veces pasan inadvertidos, narran fragmentos de historia.

Basta con recordar las excavaciones realizadas en la Casa Ezcurra, en San Telmo, que revelaron vestigios de la vida cotidiana de los siglos XVIII y XIX, o los hallazgos paleontológicos en la zona de Costanera Sur, que dieron cuenta de especies que habitaron la región hace miles de años.

La Semana de Arqueología y Paleontología busca democratizar el acceso al conocimiento, sacándolo de los espacios académicos y acercándolo a la ciudadanía.

Por eso, además de las ponencias especializadas, el programa incluirá actividades participativas, como recorridos por sitios patrimoniales, talleres didácticos para niños y jóvenes, y conferencias especiales con invitados nacionales e internacionales.

Se espera que este año, como en ediciones anteriores, cientos de personas se sumen a las visitas guiadas, que suelen agotar su cupo rápidamente.

Lo interesante es que no solo los expertos tienen un rol en este evento: también el público común se convierte en protagonista.

La idea de apropiarse del patrimonio no es abstracta; implica entender que un fragmento de loza hallado en una excavación habla tanto de quienes lo fabricaron como de quienes lo usaron y desecharon.

En palabras de uno de los organizadores: “El patrimonio es de todos, y por eso debemos conocerlo, cuidarlo y difundirlo”.

A lo largo de los años, esta Semana se transformó en una suerte de termómetro del interés social por la arqueología y la paleontología en contextos urbanos.

Al mismo tiempo, contribuyó a instalar debates sobre cómo se gestionan los hallazgos en una ciudad en permanente transformación, donde las obras de construcción suelen poner al descubierto piezas de valor histórico.

En muchos casos, la tarea de rescate arqueológico corre contra el reloj, antes de que el avance del cemento borre huellas irrepetibles.

En mi experiencia cubriendo actividades culturales, cada edición de este evento confirma algo fundamental: el conocimiento del pasado no es un lujo, es una necesidad.

No se trata solo de científicos hablando entre ellos, sino de abrir una ventana para que los porteños comprendamos de dónde venimos y hacia dónde vamos. La arqueología y la paleontología son, en definitiva, llaves para entender que el suelo que pisamos tiene memoria.

Este año, la expectativa es que la XI Semana refuerce ese puente entre disciplinas técnicas y la vida cotidiana.

El desafío es enorme: lograr que cada persona que participe se sienta parte de un relato común, capaz de valorar las huellas de quienes nos precedieron.

Porque el patrimonio no se conserva solo en vitrinas; vive en la conciencia colectiva de una sociedad que decide cuidarlo.

La Semana de Arqueología y Paleontología vuelve a recordarnos que el pasado nunca está del todo enterrado: late bajo nuestros pies y se resignifica cada vez que lo descubrimos y lo compartimos. En ese gesto de búsqueda y transmisión se juega, también, nuestra identidad futura.