
La Plaza Perú, uno de los espacios más emblemáticos del eje Figueroa Alcorta, acaba de ser renovada por completo.
El proyecto, impulsado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, buscó respetar la impronta original del reconocido arquitecto brasileño Roberto Burle Marx, pero adaptándola a las necesidades actuales: más accesible, más verde y más funcional para los vecinos y visitantes.
Queremos que cada plaza porteña sea un lugar de encuentro y disfrute, con infraestructura moderna pero sin perder su identidad.
La intervención en Plaza Perú es un ejemplo de cómo podemos revalorizar un espacio histórico sin alterar su esencia”, explicaron desde el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad.
El plan de renovación contempló una transformación integral del solado, reemplazado por un sistema de intertrabado que facilita el tránsito de personas con movilidad reducida y mejora la accesibilidad general. Esta decisión, además de embellecer el entorno, permite un mantenimiento más eficiente y sustentable.
Los bancos y áreas de descanso fueron actualizados, incorporando apoyabrazos y superficies ergonómicas, pensadas especialmente para adultos mayores y personas con discapacidad.
La intervención mantuvo los canteros y límites originales, preservando el trazado diseñado por Burle Marx en los años 60, cuando el espacio fue concebido como un jardín urbano que combinaba arte, arquitectura y naturaleza.
Uno de los ejes del proyecto fue el diseño paisajístico, que incorporó nuevas especies autóctonas y flores de estación, buscando generar un entorno más colorido y biodiverso.
Los técnicos explicaron que se seleccionaron plantas de bajo consumo hídrico y resistentes al clima de Buenos Aires, en línea con los estándares de sostenibilidad urbana que la Ciudad viene aplicando en distintos espacios verdes.
El proyecto también contempló la iluminación integral del predio, con tecnología LED que mejora la visibilidad nocturna y reduce el consumo energético. Esto permite que el espacio pueda ser disfrutado con mayor seguridad durante todo el día.
Además de la infraestructura física, la renovación buscó fortalecer el carácter social del espacio. Plaza Perú se consolida ahora como un punto de encuentro intergeneracional, con áreas pensadas para el descanso, el juego y la recreación al aire libre.
Vecinos del barrio y transeúntes celebraron las mejoras. “Vengo todos los días a caminar y la diferencia es enorme. Está más limpia, más linda y se nota que pensaron en quienes tenemos movilidad reducida”, comentó Marta, una vecina de Recoleta.
Desde el Gobierno porteño, destacaron que el proyecto se enmarca dentro del Plan de Puesta en Valor de Espacios Verdes, una iniciativa que ya alcanzó más de 200 plazas en distintos barrios de la Ciudad, con intervenciones que buscan fomentar la convivencia, el deporte y la vida comunitaria.
El espíritu de Burle Marx, pionero del paisajismo moderno latinoamericano, sigue vivo en esta renovación. Su visión integradora —donde la vegetación, los caminos y los colores dialogan con la arquitectura circundante— fue respetada y reinterpretada con criterios actuales.
“El objetivo fue recuperar la belleza original del lugar y al mismo tiempo adaptarlo a las necesidades contemporáneas. Es una plaza que mantiene su alma, pero se proyecta hacia el futuro”, explicó uno de los arquitectos que participó en la obra.
En términos ambientales, la intervención incluyó la instalación de sistemas de drenaje que evitan anegamientos y mejoran la absorción del agua de lluvia, contribuyendo a una gestión más eficiente del recurso.
Ubicada entre las avenidas Figueroa Alcorta y Salguero, la Plaza Perú no solo es un punto de descanso para quienes recorren el corredor norte de la Ciudad, sino también un símbolo de la relación entre Buenos Aires y América Latina.
Su nombre homenajea al país andino y su diseño fue producto del intercambio cultural entre arquitectos de la región durante el auge del modernismo.
Con esta renovación, el espacio recupera su brillo original y reafirma su papel como puente entre la tradición y la modernidad, ofreciendo un lugar que combina arte, naturaleza y funcionalidad.
La Ciudad planea continuar con intervenciones similares en otras plazas históricas, con el fin de preservar el patrimonio urbano sin descuidar la calidad de vida de los vecinos.
La apuesta por la accesibilidad, la sustentabilidad y la convivencia se ha convertido en una política pública sostenida.
La renovación de la Plaza Perú demuestra que es posible modernizar sin borrar la historia. En tiempos donde el espacio público se vuelve esencial para el bienestar ciudadano, iniciativas como esta reafirman el valor de la Ciudad como escenario de encuentro, memoria y futuro compartido.


