
La tierra, en su dimensión más íntima y universal, se convierte en protagonista de la muestra “Un puñado de tierra”, una propuesta curada por Sandra Juárez que invita a repensar el origen, la memoria y la pertenencia.
Con la obra del artista misionero Andrés Paredes como eje, la exposición abre un diálogo entre lo tangible y lo simbólico: el suelo como espacio fértil, como materia viva y como escenario final de todo proceso de transformación.
“Un puñado de tierra es más que un recurso poético; es una metáfora sobre el desarraigo y la necesidad de reencontrarse con aquello que nos define”, expresó Juárez durante la presentación, subrayando la vigencia del poema de Herib Campos Cervera, que inspira el nombre de la muestra.
La exposición, que podrá visitarse desde el 11 de septiembre hasta el 30 de noviembre de 2025 en el edificio ubicado en Av. Infanta Isabel 555, Parque 3 de Febrero, se presenta como un recorrido sensorial y reflexivo.
Allí, los visitantes no solo encontrarán piezas que dialogan con la tierra como elemento material, sino también con el concepto de raíces, pérdida y reencuentro.
Las obras de Andrés Paredes recuperan la fuerza del territorio misionero y la resignifican en un contexto global, en el que la identidad y el origen cobran un valor cada vez más urgente.
Paredes, nacido en Apóstoles, Misiones, en 1979, es un referente de la escena artística contemporánea argentina.
Diseñador gráfico egresado de la Universidad Nacional de Misiones, supo nutrir su formación a través de talleres de grabado, cerámica y fotografía, y de clínicas de obra con figuras como Jorge Gumier Maier y Pablo Siquier.
Su recorrido internacional incluye residencias en el exterior y la incorporación de piezas a colecciones privadas y públicas en Los Ángeles, Madrid, Nueva York, París, Beirut, Hong Kong y Miami.
En diálogo con este medio, el artista afirmó: “Mi trabajo es una búsqueda constante entre naturaleza y cultura. La tierra es el lugar donde todo comienza y termina, y al mismo tiempo es una memoria que permanece en nosotros aunque nos alejemos de ella”.
Su obra, atravesada por la transformación, rescata universos visuales donde conviven insectos, hojas y símbolos rituales que remiten a un pasado colectivo.
La curaduría de Juárez propone una narrativa que va más allá de lo expositivo: la tierra es presentada como superficie fértil, pero también como huella de lo humano.
Así, cada pieza funciona como un puente entre lo natural y lo cultural, entre la memoria individual y la memoria social.
El guion curatorial no se limita a destacar la destreza técnica, sino que busca que el espectador se interrogue sobre sus propios vínculos con el territorio.
El contexto de la muestra se enmarca en un momento en que los debates sobre el ambiente y la sustentabilidad son cada vez más urgentes. En ese sentido, Paredes ofrece una mirada sensible y poética que, lejos de los discursos catastrofistas, plantea una invitación a reconectar con lo esencial. Su obra sugiere que la tierra no es solo recurso ni escenario, sino un organismo vivo que sostiene y transforma.
En cuanto al acceso, la entrada general fue fijada en $10.000, aunque los residentes argentinos o extranjeros con DNI podrán ingresar por $2.000.
Además, la muestra contempla gratuidad para menores de 12 años, personas con discapacidad y su acompañante, jubilados, docentes y estudiantes con acreditación.
Los miércoles, el ingreso será libre, una decisión que busca ampliar el alcance de la propuesta y garantizar el acceso de públicos diversos.
El espacio elegido, en pleno corazón del Parque 3 de Febrero, frente al puente del Rosedal, aporta un marco natural que dialoga con el contenido de la exhibición.
La cercanía con uno de los pulmones verdes de la Ciudad de Buenos Aires refuerza el concepto de volver a la tierra, de detenerse y observar lo que muchas veces damos por sentado.
La obra de Paredes no solo integra museos provinciales y nacionales como el MAC de Salta o el Museo Provincial René Brusau de Chaco, sino que también circula en colecciones privadas de gran prestigio.
Esa doble pertenencia —lo institucional y lo íntimo— se refleja en la muestra, que combina instalaciones, grabados y piezas de diverso formato con un hilo conductor que invita a mirar hacia adentro.
A lo largo del recorrido, se percibe la intención de construir un relato coral: no es solo la historia de un artista, sino la de una comunidad, una región y, en última instancia, de todo aquel que alguna vez sintió la nostalgia de volver.
El título, tomado del poema de Campos Cervera, funciona como recordatorio de que la tierra es también afecto, memoria y raíz.
En lo personal, recorrer esta propuesta es enfrentarse con algo más que una exhibición: es una experiencia que obliga a pensar en la relación que cada uno mantiene con su lugar de origen.
Desde mi mirada, no se trata únicamente de arte contemporáneo, sino de un espejo en el que todos podemos ver reflejada nuestra historia.
En tiempos en que las fronteras parecen diluirse y las migraciones reconfiguran las identidades, “Un puñado de tierra” plantea una pregunta esencial: ¿qué nos ata a un lugar? La respuesta, quizá, se encuentre en esa porción mínima de suelo que cada quien guarda en su memoria y en su corazón.
La muestra de Andrés Paredes, bajo la curaduría de Sandra Juárez, es mucho más que un recorrido estético: es un llamado a reencontrarnos con la tierra, con nuestras raíces y con aquello que nos recuerda quiénes somos, incluso cuando el tiempo y la distancia intentan borrarlo.
La entrada La exposición que interpela la relación entre identidad y territorio se publicó primero en Noticias Vecinales.