
Con un emotivo acto celebrado en el Salón Presidente Alfonsín, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declaró de Interés Social y Educativo al Instituto Superior Octubre (ISO), destacando su compromiso con la inclusión y profesionalización de trabajadores y trabajadoras.
La iniciativa fue impulsada por el diputado Matías Barroetaveña, quien elogió el rol transformador de esta institución educativa.
Reconocer al Instituto Superior Octubre es poner en valor un modelo educativo que rompe barreras y amplía derechos para las familias trabajadoras, sostuvo Barroetaveña, acompañado por su par Claudia Neira, el dirigente sindical Víctor Santa María y autoridades del ISO.
La declaración de Interés Social y Educativo a favor del Instituto Superior Octubre no es un gesto simbólico más: representa el reconocimiento concreto de una política educativa orientada a la justicia social.
Fundado en 2002 por la Fundación Octubre —organismo ligado al Sindicato Único de Trabajadores de Edificio y de Renta Horizontal (SUTERH)— el ISO se consolidó como un actor clave en la democratización del acceso al conocimiento y en la promoción del derecho a la educación superior.
Durante el acto, tanto legisladores como representantes del ámbito sindical y educativo coincidieron en destacar la función estratégica del Instituto en el entramado social de la Ciudad de Buenos Aires.
“El ISO es mucho más que una institución académica: es una herramienta para el desarrollo, la movilidad social y la dignidad de miles de trabajadores”, expresó la legisladora Claudia Neira, quien además subrayó la solidez del proyecto educativo que promueve carreras técnicas de alta demanda en el mercado laboral.
Las tecnicaturas ofrecidas por el Instituto, como Seguridad e Higiene, Automatización y Robótica, Enfermería y Radiología, han permitido que cientos de estudiantes se formen con un alto nivel de profesionalismo.
Además, el ISO brinda la posibilidad de finalizar los estudios secundarios a personas mayores de 18 años, algo que resulta vital en un país donde, según datos del INDEC, el 42% de los adultos mayores de 25 años no ha completado el nivel medio.
Pero lo que diferencia al ISO de otras instituciones no es solo su oferta académica, sino su enfoque pedagógico centrado en el acompañamiento integral de cada estudiante.
Con comisiones reducidas, seguimiento personalizado y una propuesta cultural transversal, el Instituto genera las condiciones necesarias para que el ingreso se traduzca efectivamente en permanencia y egreso. “Acá no solo se aprende, se construye comunidad”, dijo con orgullo una docente presente en el acto.
Parte de ese acompañamiento tiene que ver también con las becas y convenios que el ISO mantiene con sindicatos, universidades y organizaciones de la sociedad civil. En un contexto donde estudiar puede implicar dejar de trabajar o postergar ingresos, estas políticas permiten que la educación no sea un privilegio sino un derecho real y efectivo.
El vínculo con el mundo sindical no se limita a lo institucional. Víctor Santa María, Secretario General del SUTERH y uno de los impulsores del ISO, explicó que “la educación es la base para la libertad de los trabajadores.
No hay justicia social sin conocimiento, sin formación, sin oportunidades”. La Fundación Octubre, a través del Instituto y otras entidades como la UMET (Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo) o el Centro Cultural Caras y Caretas, busca precisamente tender puentes entre cultura, educación y empleo.
El Instituto también promueve actividades extracurriculares que complementan la formación técnica, como talleres culturales, propuestas deportivas, visitas académicas y articulaciones con espacios como el Centro Deportivo 2 de Octubre.
Esta mirada integral de la educación, donde el estudiante no es solo un sujeto que asiste a clases sino una persona con múltiples dimensiones, es uno de los pilares del modelo ISO.
En un país donde la educación superior aún es esquiva para vastos sectores populares, y donde muchas veces el mérito se mide sin considerar las condiciones de origen, proyectos como el del Instituto Superior Octubre marcan una diferencia sustancial.
Porque no se trata solo de enseñar contenidos, sino de construir caminos posibles. De allí que la declaración de Interés Social y Educativo por parte de la Legislatura porteña trasciende los límites del acto protocolar: es un espaldarazo político a una forma distinta de pensar la educación.
La historia del ISO no está hecha de rankings ni de marketing institucional. Está hecha de estudiantes que terminan su jornada laboral y se sientan a estudiar.
De madres que cursan con sus hijos en brazos. De trabajadores que se convierten en técnicos, enfermeros, profesionales con herramientas reales para transformar su entorno.
Y eso también lo reconoció Barroetaveña al finalizar su intervención: “Este Instituto es un símbolo de todo lo que se puede lograr cuando la educación se entiende como un derecho y no como un bien de mercado”.