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La muerte de Maradona, uno de los principales ídolos argentinos con disturbios en el último adios

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El último adiós popular a Diego Maradona terminó antes de lo previsto. Un aluvión de fanáticos rompió las rejas y ganó los principales accesos de la Casa Rosada, provocando incidentes y roturas en el interior de la sede de gobierno. Las autoridades se vieron obligadas a retirar de la capilla ardiente el féretro con los restos del ídolo y a levantar la ceremonia tres horas antes de lo anunciado.

Todo se desmadró justo cuando el Gobierno había convencido a la familia de extender las visitas del público hasta las 19, para dar respuesta a la multitud que se acercaba incesantemente a la Plaza de Mayo. Claudia Villafañe y las hijas de Maradona habían estado inflexibles: querían que todo terminara a las 16. El Presidente y varios de sus funcionarios intentaron persuadirlas durante varias horas, e incluso Máximo Kirchner las contactó por teléfono.

Pasadas las 14.30, Cristina Kirchner llegó a la Casa Rosada. En el Gobierno se enteraron de su visita pocos minutos antes y rápidamente desplegaron un operativo para allanar el ingreso de la vicepresidenta a la sede de gobierno. La capilla ardiente -en el ingreso de Balcarce 50- se cerró por completo al público, que venía circulando desde las 6. Todos los invitados especiales, artistas, políticos y deportistas también debieron vaciar el lugar cuando ingresó la expresidenta.

Así, en la capilla ardiente, quedaron muy pocas personas. Fernández, Cristina, el ministro del Interior «Wado» De Pedro y el gobernador Axel Kicillof conversaron durante unos quince minutos, sin testigos, con Villafañe y las hijas de Maradona: Dalma, Gianinna y Jana.

Cuando la vicepresidenta se retiró del lugar -se recluyó a almorzar en el despacho de De Pedro- el Gobierno anunció que la ceremonia se prorrogaría tres horas más, hasta las 19.

Pero cuando las puertas se volvieron a abrir fue como destapar una olla a presión. Para entonces, el microcentro era una batalla campal. Una multitud se agolpó en las rejas perimetrales de la Casa Rosada y rompió un de los portones. Ante la desesperación, los efectivos de Casa Militar, que observaban niños en la primera fila, optaron por abrir las puertas. Y una tropa invadió todos los accesos de la sede de gobierno.

Frente al féretro de Maradona, se conglomeraron cientos de personas que empujaron los vallados y un efectivo de Casa Militar terminó lastimado en la frente. Del lado de la explanada (habitual ingreso de los funcionarios) tiraron abajo el busto de Hipólito Yrigoyen. Los gases lacrimógenos de las fuerzas de seguridad penetraron al interior de la Casa Rosada y se sintieron en todos los rincones.

Diego no se murió, Diego no se murió, vive en el pueblo…», tronaba en el Patio de las Palmeras, que fue habilitado como salvoconducto para despejar el lugar. Fernández y Cafiero se asomaron a uno de los balcones que da a la Plaza de Mayo y vieron toda la escena.

Cambio de rumbo

La decisión política fue la de prorrogar la ceremonia. Pero la realidad se precipitó en dirección contraria. Pasadas las 16, la avenida de Mayo y 9 de Julio era epicentro de distrubios. La policía, que desde hacía horas disparaba ocasionalmente balas de goma, comenzó a disparar sin pausa, y los simpatizantes huyeron en todas las direcciones. La gran mayoría lo hizo en dirección al Congreso, por la Avenida de Mayo. Desde ahí, empezaron a tirar piedras a la hilera de policías que, con escudos antidisturbios, avanzaba cada vez más.

Tras los incidentes en el interior de la Casa Rosada, en tanto, el Gobierno trasladó los restos de Maradona al Salón de Pueblos Originarios, en la planta baja, y pasó a custodiarlo con efectivos militares. Una vez que se controló la situación, en su despacho, Fernández analizó los pasos a seguir junto al jefe de gabinete, Santiago Cafiero, el ministro del Interior, Eduardo «Wado» De Pedro, y la ministra de Seguridad, Sabina Frederic.

Se evaluaron tres opciones: volver a abrir las puertas al público por algunas horas, habilitar solo una despedida íntima para la familia o, directamente, iniciar el cortejo fúnebre hasta el cementerio de Bella Vista. Ganó la última opción. «La familia transmitió su deseo y voluntad de dar por concluida la ceremonia», se informó en un comunicado oficial.

De Pedro, en tanto, salió a cruzar a Horacio Rodríguez Larreta y lo responsabilizó por los desbordes e incidentes en el microcentro. «Les exigimos que frenen ya esta locura que lleva adelante la Policía de la Ciudad. Este homenaje popular no puede terminar en «, escribió el ministro en la red social Twitter mientras la vicepresidenta se encontraba en su despacho.

Desde Juntos por el Cambio, el senador Martín Lousteau acusó al Gobierno de sacar «rédito político» y el diputado Alfredo Cornejo pidió que el Gobierno «se haga cargo de sus decisiones». La red social también se llenó de respuestas recordando que la Casa Rosada fue la que propuso la ceremonia.

En declaraciones radio Continental, Fernández analizó: «Todo funcionó muy bien hasta que algunos viendo que se iban a quedar a afuera rompieron la puerta y se precipitaron. Fue la desesperación de algunos, que hicieron mal. Pero si no hubiéramos hecho todo esto, hubiera sido peor».

Incidentes en la Casa Rosada durante el velatorio de Diego Maradona