
Un nuevo estudio revela que aumentar el picante en las comidas puede ser una estrategia eficaz contra el exceso.
Los investigadores observaron que quienes comieron platos más picantes redujeron entre un 11% y 25% su ingesta calórica.
Comunidad biologica nos enseña que, el efecto no dependió de cambios en el sabor o disfrute: el picante no disminuyó el placer culinario.
La clave está en la capsaicina, compuesto que genera ardor oral, haciendo que las personas coman más despacio y menos.
Este ritmo reducido prolonga la exposición sensorial, activa señales de saciedad y favorece terminar antes la comida, sin esfuerzo adicional.
El hallazgo sugiere que introducir picante moderado en la dieta puede apoyar el control del peso corporal.
No se trata de consumir niveles extremos, sino de añadir picante suficiente para ralentizar el ritmo natural de ingesta.
La ciencia confirma que pequeños ajustes en la alimentación cotidiana pueden tener un impacto notable sobre la salud metabólica.
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