
En los barrios porteños de la Ciudad, donde perros y gatos son parte inseparable de la vida diaria, una decisión reciente del Gobierno Nacional empezó a cambiar conversaciones, planes y hasta vacaciones: desde ahora, las mascotas podrán viajar en micros y trenes de larga distancia.
La medida, que llega justo en plena temporada de verano, fue celebrada por miles de vecinos que durante años debieron resignar viajes o buscar soluciones de último momento para no dejar a sus animales atrás.
Es una noticia muy esperada por las familias del barrio, pero también una responsabilidad compartida, repiten veterinarios, proteccionistas y dueños de mascotas, que destacan el avance en derechos pero advierten que el bienestar animal debe ser el eje central de esta nueva etapa.
La habilitación para trasladar animales domésticos en servicios de larga distancia marca un antes y un después para muchas familias de nuestra comunidad.
En barrios donde es habitual ver paseos diarios, veterinarias de cercanía y plazas llenas de perros al atardecer, la posibilidad de viajar con mascotas no es un lujo, sino una necesidad concreta.
Según datos de la consultora Kantar correspondientes a 2024, ocho de cada diez argentinos conviven con al menos una mascota y el 75% asegura que la considera un miembro más de la familia. Esa realidad se refleja claramente en nuestras cuadras y edificios.
Hasta ahora, planificar una escapada implicaba resolver quién cuidaba al animal, pagar guarderías o, directamente, desistir del viaje.
Con la nueva normativa, cada pasajero mayor de edad podrá trasladar una mascota en un transportador adecuado, siempre que cumpla con los requisitos sanitarios y las condiciones que establezca la empresa de transporte. Es un paso importante, pero no automático: viajar con animales requiere preparación y conciencia.
La temporada de verano suele ser especialmente sensible para perros y gatos. Cambios de rutina, altas temperaturas y traslados prolongados generan estrés, una condición que, según especialistas, afecta a cerca del 80% de las mascotas durante viajes o situaciones poco habituales.
Los síntomas pueden ser evidentes —jadeo, temblores, vocalizaciones constantes— o más sutiles, como falta de apetito, aislamiento o conductas inusuales. En un micro o tren, donde hay ruidos, vibraciones y personas desconocidas, estos factores se intensifican.
Por eso, desde el ámbito veterinario se insiste en que la clave está en anticiparse. No alcanza con subir al animal al transportador el día del viaje.
Acostumbrarlo previamente, dejar el bolso o jaula abierta en casa, colocar mantas conocidas y permitir que lo explore a su ritmo son acciones simples que reducen significativamente la ansiedad.
También es fundamental respetar el tamaño adecuado del transportador, asegurar una correcta ventilación y evitar la exposición directa al sol o al calor excesivo.
En los últimos años, además, se incorporaron herramientas específicas para el manejo del estrés animal. Una de las más utilizadas son las feromonas sintéticas, productos que replican señales químicas naturales asociadas a la calma y la seguridad.
Estas feromonas imitan las que liberan las madres durante la lactancia o las que los gatos utilizan para marcar espacios seguros. Aplicadas en el ambiente o dentro del transportador, ayudan a generar una sensación de tranquilidad sin provocar sedación.
“Hoy existen soluciones basadas en feromonas sintéticas análogas a las maternas caninas y felinas, que permiten acompañar a las mascotas en situaciones estresantes como los viajes”, explica Lucía Marcerou, coordinadora de Trade Marketing de König, laboratorio veterinario que desarrolla la línea Serenex.
La eficacia de estas herramientas está respaldada por estudios científicos que demuestran una reducción significativa de los signos de estrés, sin efectos adversos.
Desde una mirada barrial, el tema también interpela a la convivencia. Viajar con mascotas no solo implica pensar en el propio animal, sino también en el entorno compartido.
Mantener la documentación al día —especialmente la vacunación antirrábica—, respetar las normas de cada empresa y actuar con responsabilidad son aspectos clave para que esta nueva posibilidad no genere conflictos entre pasajeros.
Las veterinarias de barrio, los paseadores y los proteccionistas coinciden en que la medida es positiva, pero remarcan que debe ir acompañada de información clara y hábitos responsables.
En viajes largos, aprovechar las paradas para hidratar a la mascota y permitirle estirar las patas, evitar alimentarla justo antes de salir y mantener una actitud tranquila durante el trayecto son recomendaciones básicas que hacen la diferencia.
La habilitación del transporte de mascotas también refleja un cambio cultural más amplio. En nuestros barrios, los animales dejaron de ser considerados accesorios para convertirse en parte activa de la familia.
Esa transformación social hoy empieza a verse reflejada en políticas públicas que reconocen esa realidad cotidiana.
La posibilidad de viajar con mascotas en micros y trenes de larga distancia abre una etapa nueva para miles de vecinos que buscan disfrutar de sus vacaciones sin separarse de sus animales.
El desafío, ahora, es que ese derecho se ejerza con responsabilidad, información y respeto, para que el bienestar animal y la convivencia sigan siendo valores centrales en cada viaje y en cada barrio.



