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Nápoles y Madrid devuelven a Rafael a su época, 400 años después

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Por Marta Rullán. Roma (EFE).- La Virgen del pez, una de las obras maestras de Rafael que exhibe el Museo del Prado de Madrid, regresa a Nápoles por primera vez después de 400 años, gracias a una espectacular exposición sobre el desconocido papel de esta ciudad del sur de Italia como correa de transmisión de la cultura renacentista entre las dos orillas del Mediterráneo.

“Los españoles en Nápoles. El Renacimiento del Sur”, que se inaugura el próximo lunes en el napolitano Museo de Capodimonte con el apoyo de la pinacoteca madrileña, aborda a través de 66 obras -pinturas, esculturas y tres códices manuscritos- la creación napolitano-española entre 1503 y 1532, un periodo de innovación artística sin parangón de la mano de artistas como Leonardo, Miguel Ángel y Rafael.

“La muestra cuenta con décadas de investigación que han revelado la riqueza de una época un poco olvidada, o mal entendida, de la historia artística del sur de Italia y de Nápoles en particular”, explica a EFE Andrea Zezza, catedrático de Historia del Arte Moderno y uno de sus comisarios.

Rafael vuelve al Nápoles del siglo XVI

“Adoración de los reyes Magos” de Marco Cardisco, que se expone en la muestra. EFE/ Museo De Capodimonte

La Virgen del pez (1513-1514), que “ocupa un lugar extraordinario en la historia del arte”, volverá por fin a Nápoles por primera vez desde que los gobernantes españoles se la llevaron, a mediados del siglo XVI, de la capilla de la familia Doce de San Doménico Maggiore, donde se había convertido en un referente de la época.

Como en otros cuadros de Rafael, los personajes “desarrollan a través de miradas y gestos un complejo sistema de relaciones psicológicas, presentándose como actores de una obra dramática”, algo que “tuvo un impacto extraordinario, abriendo nuevas posibilidades a los artistas”, destaca Zezza.

“No queríamos presentar la obra como una especie de ‘fetiche’ para venerar acríticamente, sino colocarla dentro del contexto napolitano en el que llegó, determinando una profunda renovación tanto de la pintura como la escultura local”, subraya a EFE el otro comisario, el también catedrático Riccardo Naldi.

El “trentenio” y el Renacimiento maduro

La exposición se centra en un momento histórico “en el que se consolida el gobierno español en Nápoles, al que corresponde un florecimiento artístico excepcional, que será un punto de referencia para los artistas activos en la ciudad durante todo el siglo XVI”, pero no solo.

También será fundamental para la historia artística europea: “el Renacimiento Maduro, cuando la civilización italiana alcanza su apogeo con artistas como Leonardo, Rafael, Giorgione, Miguel Ángel, cuyas obras crearon un arte nuevo, al que Giorgio Vasari, el padre de la historia del arte, llamó la ‘manera moderna”, subraya Zezza.

Ese “nuevo lenguaje” acabó por “imponerse en toda la península italiana” y se extendió “por Europa: España, Francia y Flandes” gracias a que Nápoles fue ” un centro de encuentro, de importación, reelaboración y exportación de ideas y objetos de diferente origen y procedencia”, tal y como lo define el experto.

Allí se habían trasladado artistas españoles como Pedro Fernández, Bartolomé Ordóñez, Diego de Siloe, Pedro Machuca y Alonso Berruguete, protagonistas del Nápoles de principios del siglo XVI y que a su regreso a España se convirtieron en embajadores de la cultura figurativa de ese Renacimiento clásico.

El Prado, el museo más interesante de Europa

“Según nuestros conocimientos actuales, los que dejaron el mayor número de obras y de seguidores son dos grandes escultores de Burgos: De Siloe y Ordóñez”, dice Naldi, que destaca dos San Sebastián, el de Siloe y el de Berruguete, que cierran la muestra: “Representan dos formas diferentes de elaborar la cultura figurativa de Miguel Ángel, con consecuencias fundamentales para España”.

Zezza, por su parte, alaba al poco conocido Pedro Fernández, un pintor que se formó en Milán “en el ambiente de Leonardo” y “cuyas obras también mostraron a los napolitanos las novedades de las habitaciones de Rafael o las de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel”, dos genios a los que conoció en Roma.

Y ambos coinciden en destacar entre los italianos a un escultor, Girolamo Santacroce, que fue alumno de Ordoñez y De Siloe y del que se exponen dos obras, el San Juan Bautista y el San Benito, que ni siquiera los napolitanos conocen, porque se conservan en una capilla cerrada al público.

La exposición, abierta hasta el próximo 23 de junio, subraya el vínculo especial entre Nápoles y España: “Nápoles es la cabeza de puente de España en Italia y de Italia en España”, explica Zezza, que considera esta colaboración “una de las más ambiciosas, sino la que más” con el Prado, “desde hace algunos años el museo más interesante de Europa”.© Agencia EFE.

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