
Con una obra clave en marcha, el Hospital Moyano da un paso decisivo hacia una atención más digna, segura y accesible.
La transformación del pabellón Charcot marca el inicio de una renovación integral que busca dejar atrás el estigma y brindar respuestas concretas en materia de salud mental.
“Esta intervención va mucho más allá de la infraestructura. Es un símbolo de la voluntad política de poner a la salud mental en el centro de la agenda pública y con perspectiva de derechos humanos”, explicaron desde el Ministerio de Salud porteño.
En la Ciudad de Buenos Aires, comenzó una obra que, sin exagerar, puede leerse como un punto de inflexión: el Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano inició la construcción de su nueva guardia, que no solo renovará su planta física, sino que apunta a modernizar la atención en salud mental desde un enfoque más humano, equitativo y comunitario.
El proyecto abarca la puesta en valor del histórico Pabellón Charcot, una estructura que ahora será resignificada como símbolo de cuidado y acceso a derechos.
La nueva guardia estará dividida en dos sectores bien definidos: uno ambulatorio, para consultas externas y evaluaciones clínicas, y otro de internación con 24 camas, incluyendo una sala especializada para pacientes en crisis o con cuadros hiperagudos.
Esta diferenciación permitirá mejorar la organización del flujo de atención, evitar situaciones de hacinamiento y optimizar los recursos profesionales y edilicios.
Según detallaron fuentes del Gobierno porteño, se trata de una obra con una inversión significativa —aunque no se detalló aún la cifra final— que forma parte de un plan más amplio de transformación en los dispositivos públicos de salud mental.
“Queremos hospitales abiertos, seguros, inclusivos, que acompañen a las personas en momentos de vulnerabilidad con dignidad y contención”, aseguraron voceros de la cartera sanitaria.
En términos prácticos, el nuevo diseño incluye una sala de espera más amplia, ambientes adaptados a las necesidades de las pacientes (el Moyano es un hospital monovalente exclusivamente femenino), y una mejora sustancial en el acceso: habrá un ingreso directo desde la calle, lo que elimina el paso obligado por sectores administrativos y reduce la exposición innecesaria en situaciones de crisis.
A esto se suman nuevos consultorios, un office de enfermería, comedor para el personal, jardín de uso exclusivo para pacientes, y un anexo de farmacia especialmente diseñado para facilitar el retiro de medicamentos.
El rediseño, que contempla también reformas en carpintería, pintura general, instalaciones eléctricas y de datos, sigue estándares internacionales de seguridad, accesibilidad y confort.
Esta obra, sin embargo, no debe leerse como un hecho aislado. Forma parte de una política sanitaria integral que el Gobierno de la Ciudad viene impulsando desde hace algunos años, en línea con la Ley Nacional de Salud Mental N.º 26.657.
Esta norma establece la desmanicomialización progresiva del sistema de salud y el reemplazo de los grandes hospitales psiquiátricos por redes de atención comunitaria, interdisciplinaria y con base en el respeto de los derechos humanos.
“El Moyano tiene que dejar de ser una postal del encierro. Este proyecto es un paso firme hacia una red de salud mental más inclusiva, descentralizada y humana”, opinó Mariana Alfonzo, trabajadora social del hospital e integrante de una organización gremial que desde hace años reclama mejoras edilicias y salariales.
Para ella, los cambios son positivos, aunque todavía insuficientes: “Necesitamos más presupuesto, más profesionales, más formación específica en salud mental comunitaria”.
De acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas sufrirá algún trastorno mental a lo largo de su vida.
En Argentina, los datos del último informe del Observatorio de Salud Mental y Consumos Problemáticos del INDEC señalan que los trastornos de ansiedad y depresión son los más frecuentes, y que el 65% de quienes requieren atención no accede de manera efectiva al sistema público.
En este sentido, el rediseño de la guardia del Moyano puede entenderse como una respuesta concreta a una demanda social postergada. “Es muy difícil llegar a la guardia en una situación de crisis y encontrarse con una sala lúgubre, con olores penetrantes, sin privacidad ni escucha.
Estas mejoras no son lujos: son necesarias para que la atención tenga calidad y calidez”, señaló Paula, una familiar de una paciente que fue internada allí el año pasado.
No hay salud sin salud mental, y eso implica asumir compromisos institucionales que vayan más allá de los discursos. Espacios dignos, profesionales capacitados, protocolos humanizados y recursos sostenidos en el tiempo son pilares esenciales para transformar realidades.