Christopher Stanley fue obeso la gran parte de su vida. Solía comer en exceso y consumir sustancias, lo que lo llevó a pesar 240 kg.
«Pesaba 90 kilos cuando estaba en secundaria. Siempre fui el niño gordo… Nunca aprendí hábitos alimenticios saludables. La comida era un mecanismo de defensa», cuenta para la revista Men’s Health.
La vez que decidió cambiar sus hábitos, logró perder más de 45 kg gracias al gimnasio y una alimentación saludable, pero no fue constante. «Comía sano unos días y luego dejaba de hacerlo», dice. «Me daba atracones y luego simplemente lo ignoraba».
Fue luego de pasar por una ruptura amorosa y perder su trabajo que Christopher entendió que había tocado fondo. Necesitaba urgentemente un cambio en su vida. Así que encontró un grupo de apoyo que lo ayudó a enfrentar sus problemas de consumo, y con ello, entender el problema que tenía con la comida.
El resultado no fue del día a la mañana, fueron meses, incluso años de esfuerzo que le tomó equilibrar su salud tanto física como mental. Christopher logró perder un total de 154 kg.
Sin embargo, el haber perdido peso dejó en Christopher un efecto secundario: ahora debe lidiar con la gran cantidad de piel sobrante de la cual planea algún día eliminar.
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