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Planta de cáñamo: descubriendo los usos inusuales, insólitos e inesperados de este vegetal versátil

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La planta de cáñamo, conocido en diversas lenguas como Hemp, Chanvre, Canapa, Hanf, Cânhamo o Kanopje, es el nombre popular que recibe la milenaria planta de Cannabis Sativa.

Su intrínseca conexión con la humanidad se remonta aproximadamente a 10.000 años, habiendo sido un pilar fundamental para las primeras civilizaciones a lo largo y ancho del planeta. Como especie humana, nuestra relación con la planta de cáñamo ha sido profunda y duradera.

Tradicionalmente, el cáñamo se ha asociado con usos bien conocidos como la producción de textiles robustos, aplicaciones medicinales y rituales espirituales, respaldados por numerosos registros arqueológicos que datan de tiempos inmemoriales.

Sin embargo, en la actualidad, estamos presenciando el surgimiento de beneficios un tanto insólitos, e incluso sorprendentemente extraños, que están redefiniendo nuestra percepción de esta versátil planta.

Planta de cáñamo

Las controversias de la planta de cáñamo

A lo largo del último siglo, la planta de cáñamo se encontró lamentablemente en el ojo de la tormenta, siendo objeto de intensas polémicas, controversias y hasta una estricta prohibición.

Estas restricciones, impulsadas por diversos intereses económicos y políticos, llevaron a un profundo desconocimiento y a una difamación sistemática de este noble recurso natural, imposibilitando durante décadas su estudio e investigación adecuados.

No obstante, gracias a la incansable insistencia, el compromiso inquebrantable y el activismo dedicado de ciertas sociedades y profesionales visionarios, se comenzó a explorar nuevamente la vasta potencialidad de la planta de cáñamo.

Este resurgimiento ha revelado un abanico de utilidades que antes parecían casi impensadas.

Un hito crucial en este redescubrimiento fue el trabajo del investigador Raphael Mechoulam a principios de la década de 1960. Él fue el primero en desentrañar y revelar la estructura del cannabidiol (CBD) y el delta 9-tetrahidrocannabinol (THC).

Estas moléculas, conocidas colectivamente como cannabinoides, han revolucionado por completo la medicina moderna y hoy se utilizan en todo el mundo para tratar una amplia gama de patologías y enfermedades.

Pero más allá de sus ya célebres aplicaciones terapéuticas, ¿sabías que el cáñamo y sus componentes ofrecen otros beneficios funcionales verdaderamente asombrosos?

Contra mosquitos: una defensa natural y efectiva

El CBD, un cannabinoide que no deja de asombrar a la comunidad científica, ha demostrado ser un potente antimosquitos. Un estudio reciente y revelador, publicado en la prestigiosa revista Insects, destacó su eficacia, especialmente contra uno de los insectos más insidiosos y peligrosos: el Aedes aegypti.

Este mosquito no es un vector cualquiera, ya que es tristemente conocido por su capacidad de transmitir enfermedades devastadoras como la fiebre amarilla, el dengue y el Zika, entre otras. En resumen, el Aedes aegypti es una compañía definitivamente indeseable para disfrutar de una noche de verano al aire libre.

Además, para complicar aún más la situación, esta especie ha desarrollado una notable resistencia a los insecticidas comunes, lo que a menudo los vuelve ineficaces.

Ante este panorama, resulta crucial buscar y desarrollar nuevas estrategias de defensa, idealmente más ecológicas y menos tóxicas. Y es precisamente aquí donde el CBD emerge como una solución prometedora.

Según el estudio mencionado, el CBD exhibe efectos tanto repelentes como insecticidas sobre estas diminutas pero peligrosas criaturas. Lo que es aún más fascinante es que su aplicación proporciona una solución innovadora y natural, que además ofrece beneficios para la piel.

Para conservar alimentos: extendiendo la vida útil de nuestros productos frescos

El CBD podría ser la clave innovadora para transformar el sector de la conservación de alimentos, con un énfasis particular en la fruta fresca.

Esta revelación proviene de un fascinante estudio científico publicado recientemente en ACS Applied Materials & Interfaces, donde los investigadores se dedicaron a examinar las diferencias en la durabilidad de frutillas (fresas) que habían recibido un tratamiento con CBD en comparación con aquellas que no.

Para lograrlo, los científicos idearon una ingeniosa estrategia: transformaron el cannabinoide en una película fina, completamente comestible e invisible. Esta innovación se logró combinando un aislado de CBD con polímeros biodegradables, los mismos que se utilizan en sistemas avanzados de administración de medicamentos.

Esta mezcla se diluyó en agua y se le añadió alginato de sodio, un aditivo alimentario común. El proceso consistió en sumergir las frutillas primero en esta solución de CBD, para luego darles un segundo baño en una mezcla de ácido ascórbico y cloruro de calcio, lo que provocó que el recubrimiento se convirtiera en un gel protector.

Los objetivos primordiales de este estudio eran ambiciosos: preparar un aislado de cannabidiol encapsulado (eCBDi) y, posteriormente, evaluar las propiedades y el efecto de estos recubrimientos activos comestibles.

El propósito era promover la antioxidación y la actividad antimicrobiana, para así lograr prolongar significativamente la vida útil de las frutillas.

Aunque la investigación aún se encuentra en sus etapas iniciales y exploratorias, los resultados preliminares fueron sumamente prometedores.

Se observó un deterioro notablemente retrasado en las frutillas recubiertas en comparación con el grupo de control, manifestado en una menor pérdida de peso, una mejor conservación de la acidez total y el pH, y una reducida actividad microbiana y oxidante.

Este estudio pionero demuestra de manera contundente la capacidad de la película de eCBDi para funcionar como un eficaz y activo agente de recubrimiento alimentario.

plantación de cáñamo industrial

Cáñamo como integrador alimenticio: el CBD en la dieta diaria

En un movimiento significativo a favor del uso de la planta de cáñamo, Francia ha decidido aprobar una ley provisional que permite considerar al CBD como un suplemento alimenticio, inaugurando así un prometedor mercado para el CBD en productos comestibles.

De acuerdo con las directrices temporales establecidas en el país galo, la concentración de CBD en productos individuales no puede exceder el 20%, y la dosis diaria recomendada está limitada a 50 miligramos.

Paralelamente, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha emitido un documento importante. Aunque la EFSA no ha llegado a la conclusión de que el consumo de CBD sea peligroso, ha enfatizado la necesidad imperante de realizar nuevos y exhaustivos estudios.

La razón es que las investigaciones actualmente disponibles sobre los efectos del CBD en órganos vitales como el hígado, el tracto gastrointestinal, el sistema endocrino, el sistema nervioso y el bienestar psicológico se consideran insuficientes para una aprobación definitiva como nuevo alimento.

En resumen, para la EFSA, el hecho de que el CBD sea el cannabinoide más estudiado en la historia reciente, con cientos de publicaciones científicas a su nombre, no es suficiente.

La agencia subraya que la tolerancia y seguridad, a diferencia de los fármacos donde se aceptan ciertos riesgos bajo supervisión médica, no es aceptable para un nuevo alimento sin una evidencia robusta.

Esta postura se mantiene a pesar de que un gran número de personas ya consumen este cannabinoide como parte de su dieta, destacando que el CBD, por ejemplo, contribuye a regular el apetito, ya sea para favorecer el aumento o la reducción de peso, dependiendo de las necesidades individuales. FuenteRecetas Cañameras

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