
En una ceremonia cargada de simbolismo, el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, fue distinguido con el Premio Ana Frank por su trabajo en favor de la memoria, la convivencia pacífica y la defensa de los derechos humanos, valores esenciales en una ciudad que, como él mismo expresó, ha sabido transformar el dolor en comunidad.
Sin memoria no hay verdad, sin verdad no hay justicia y sin justicia no hay futuro posible, afirmó Macri durante el acto realizado en el Teatro San Martín, en el marco de un nuevo aniversario del nacimiento de Ana Frank, cuyo legado sigue iluminando el camino contra toda forma de violencia y discriminación.
El galardón, entregado por el Centro Ana Frank Argentina para América Latina, reconoció a diversas figuras por su aporte a la construcción de una cultura basada en el respeto y la paz. Jorge Macri recibió la distinción por su compromiso con el Parque de la Memoria, uno de los espacios emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires que promueve la reflexión crítica sobre el terrorismo de Estado y la necesidad de preservar la memoria histórica como herramienta de justicia.
Ubicado en la Costanera Norte, a orillas del Río de la Plata, el Parque de la Memoria es un espacio que interpela a las nuevas generaciones a no olvidar.
Con esculturas, intervenciones artísticas y un muro con los nombres de las víctimas de la última dictadura, se ha convertido en un punto de encuentro y aprendizaje sobre los valores democráticos.
“Es un lugar que nos recuerda que los derechos humanos no son una bandera partidaria, sino un compromiso colectivo que debemos honrar día a día”, sostuvo Macri, quien agradeció el reconocimiento en nombre de la Ciudad.
Durante el acto, también se renovó el pedido de justicia por los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel, hechos que marcaron profundamente la historia reciente del país y cuyas heridas aún están abiertas.
En este sentido, Macri fue enfático al destacar que “consolidar una cultura de la memoria no es una tarea exclusiva del Estado: es responsabilidad de todos. Desde ONGs hasta ciudadanos anónimos, todos tenemos un rol que cumplir para que nunca más se repitan estas tragedias”.
El Centro Ana Frank Argentina fue fundado en 2009 y se ha consolidado como una institución clave en la educación por la paz, trabajando con jóvenes de todo el país en temas vinculados a la tolerancia, la no violencia y los derechos humanos.
Inspirado en el testimonio universal de Ana Frank, el espacio no solo conserva la memoria del Holocausto, sino que también alerta sobre los peligros actuales del antisemitismo, el racismo y otras formas de odio.
Durante su discurso, Macri también destacó su participación en actos en conmemoración del Genocidio Armenio y la Shoá, reafirmando el compromiso del Gobierno porteño con la diversidad cultural y el respeto por la diferencia.
“Queremos una ciudad donde se valoren las identidades y se construya comunidad desde el reconocimiento del otro. Eso es democracia real. Buenos Aires es, y debe seguir siendo, un ejemplo de convivencia plural”, declaró.
La ceremonia contó con la participación de personalidades destacadas de la región, entre ellos los presidentes uruguayos Yamandú Orsi, Luis Lacalle Pou y Julio Sanguinetti, quienes también fueron reconocidos.
“Ellos representan una democracia madura, que sabe tender puentes aun en la diferencia. En la Argentina tenemos mucho que aprender de esos gestos”, reflexionó Macri en su intervención.
Uno de los momentos más emotivos del acto fue el homenaje a “Mujeres Activan por la Paz”, una organización compuesta por madres palestinas e israelíes que luchan juntas por la paz en Medio Oriente.
El mensaje de estas mujeres resonó con fuerza en el auditorio, y Macri no dudó en resaltar su valentía: “Ellas nos enseñan que la paz no es un deseo abstracto, sino una construcción cotidiana hecha con diálogo y coraje”.
Este premio se suma a otros reconocimientos que Jorge Macri ha recibido por su política de promoción de derechos humanos y su gestión orientada al diálogo interreligioso e intercultural.
En los últimos años, la Ciudad ha impulsado diversas acciones en esta línea, como campañas de educación sobre el Holocausto, encuentros de juventudes multiculturales, y programas de capacitación sobre convivencia y diversidad en las escuelas porteñas.
En tiempos en los que el discurso de odio y la intolerancia crecen peligrosamente en muchas partes del mundo, este tipo de reconocimientos no solo celebran trayectorias, sino que marcan el camino a seguir.
Y es que Ana Frank, con su diario escrito en condiciones extremas, nos dejó una lección indeleble: la luz puede persistir incluso en los momentos más oscuros.