Por primera vez, el Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires permitirá a las familias que sufrieron la pérdida prematura de un embarazo registrar simbólicamente la identidad del hijo que esperaban.
Una medida sensible que busca acompañar el duelo y brindar un reconocimiento afectivo a esa vida imaginada. “Elegir un nombre es el primer acto de amor hacia un hijo, y esta disposición les da a las familias la posibilidad de honrar ese vínculo tan especial, incluso ante una pérdida”, expresó César Torres, secretario de Gobierno y Vínculo Ciudadano, en relación a la nueva normativa.
La disposición, publicada esta semana en el Boletín Oficial, habilita a las familias a registrar el nombre que habían imaginado para un embarazo truncado, reemplazando la designación genérica de “NN” que se utilizaba hasta ahora.
Este cambio, aunque no modifica el orden jurídico ni otorga personalidad jurídica al feto, tiene un profundo impacto simbólico y emocional, ya que responde a la necesidad de muchas familias de reconocer a ese ser esperado.
El vínculo que se genera desde la noticia del embarazo es, para muchos, una conexión profunda que trasciende la biología.
Según explicaron las autoridades del Registro Civil, el acto de elegir un nombre es el primer paso de los padres para dar identidad a ese hijo imaginado.
La imposibilidad de registrarlo anteriormente era percibida por las familias como un obstáculo en su proceso de duelo.
“Desde que supimos que estábamos esperando un bebé, para nosotros ya tenía un nombre, ya tenía un lugar en nuestra familia.
Esta medida nos permitió cerrar un capítulo muy doloroso con amor y respeto”, compartió Carolina, una de las primeras madres en utilizar esta disposición para registrar simbólicamente a su hijo.
Esta medida también tiene un carácter retroactivo, contemplando los casos ocurridos en los últimos dos años.
Las familias que deseen rectificar la partida de defunción original podrán hacerlo para incluir la identidad elegida.
Esto no solo representa un alivio para quienes han atravesado esta experiencia, sino que también pone de manifiesto la sensibilidad de las políticas públicas frente a situaciones íntimas y complejas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cuatro mujeres experimentará una pérdida de embarazo en algún momento de su vida.
Este dato, junto con la creciente demanda de las familias afectadas, llevó al Gobierno de la Ciudad a implementar esta iniciativa, inspirada en modelos similares de países como España y Francia.
“Es un paso adelante en términos de empatía y humanidad. Muchas veces, la burocracia no contempla las emociones ni el impacto simbólico que tienen ciertas decisiones administrativas en la vida de las personas”, agregó Torres.
Además del ámbito jurídico-administrativo, esta disposición genera un impacto cultural importante. El reconocimiento simbólico no solo valida el dolor de las familias, sino que también contribuye a visibilizar una experiencia que muchas veces permanece en silencio.
La psicóloga especializada en duelo perinatal, Laura Menéndez, destacó que esta medida puede ser una herramienta terapéutica para las familias. “La posibilidad de nombrar y reconocer a ese hijo, incluso cuando no llegó a nacer, es un paso clave en el proceso de elaborar una pérdida tan significativa. Es darle un lugar en la historia familiar y social”.
Por su parte, las asociaciones de familias que han atravesado esta experiencia celebraron la medida y la calificaron como un avance que humaniza las políticas públicas. “Esto no solo nos da un cierre, nos da dignidad.
Porque aunque ese bebé no llegó a nacer, para nosotros siempre fue alguien, siempre tuvo un nombre”, expresaron desde la organización “Vínculos Eternos”.
Este nuevo marco normativo, aunque no resuelve el dolor que implica perder un embarazo, ofrece a las familias un gesto de contención y respeto que les permite recordar y despedir con amor.
En palabras de Torres: “No podemos cambiar lo que sucedió, pero sí podemos acompañar desde el reconocimiento a ese vínculo tan especial que las familias crean desde el momento en que saben que esperan un hijo”.