
Un fin de semana colmado de pasión futbolera en la Ciudad terminó con un saldo preocupante: 228 actas contravencionales, detenidos reincidentes y múltiples intentos de burlar los controles en los alrededores del estadio.
La Policía de la Ciudad desplegó un amplio operativo para mantener el orden durante dos jornadas que congregaron a más de 62 mil personas cada una, pero la conducta de algunos dejó al descubierto una realidad que trasciende lo deportivo.
El fútbol convoca multitudes, pero también expone problemáticas urbanas que requieren intervención firme y constante, aseguraron desde la Dirección de Prevención en Eventos Masivos, en relación al operativo que incluyó tres anillos de seguridad y personal especialmente capacitado para controlar cada acceso.
La Dirección de Prevención en Eventos Masivos, dependiente de la Policía de la Ciudad, activó el protocolo de seguridad ya habitual en los partidos de alto riesgo: tres anillos de control y un despliegue logístico centrado tanto en la seguridad del espectáculo como en la convivencia en el espacio público.
En este contexto, el operativo dejó como resultado la confección de 228 actas contravencionales, un número que refleja tanto el celo policial como la persistencia de conductas inapropiadas por parte de algunos asistentes.
Del total de las actas, 49 fueron dirigidas contra los denominados “trapitos”, personas que intentan cobrar por estacionar en la vía pública de manera ilegal. Dos de ellos fueron detenidos el domingo por orden de la Unidad de Flagrancia Norte, a cargo del fiscal Norberto Brotto, luego de haber sido ya infraccionados el sábado por la misma conducta.
La reincidencia y el desacato llevaron a la fiscalía a disponer las detenciones por desobediencia, una figura contravencional que se activa cuando una persona no cumple con una orden judicial o policial.
La mayor parte de las infracciones, exactamente 100 actas, fueron por intentar ingresar sin entrada al estadio, una maniobra riesgosa y frecuente en partidos de alta convocatoria.
Uno de esos casos incluso fue sancionado también por incitación al desorden, lo que indica que no solo se trató de un intento individual de evadir el control, sino de un accionar que puso en tensión la estabilidad del operativo.
Otro punto preocupante fueron las 24 contravenciones labradas por el intento de ingresar bebidas alcohólicas al estadio.
Este tipo de infracción, más allá de lo legal, supone un riesgo concreto para la seguridad dentro de un evento donde la excitación colectiva y la masividad pueden derivar en episodios de violencia.
La ley es clara al respecto: está prohibido el ingreso y consumo de alcohol en espectáculos deportivos, justamente para evitar que una jornada de fiesta se transforme en tragedia.
El estadio recibió más de 62.000 personas en cada una de las jornadas, lo que habla del atractivo que aún tiene el fútbol como fenómeno cultural, social y económico.
Pero también visibiliza los desafíos que conlleva garantizar la seguridad de esa multitud. Las contravenciones restantes incluyeron hechos como ensuciar bienes públicos, ocupar espacios indebidos y un caso de tenencia de marihuana para consumo personal, que si bien no implicó detención, sí requirió una notificación formal.
El trabajo de prevención y contención en eventos masivos no se limita a la represión: también busca disuadir y educar.
Por eso, en cada operativo, se incluye personal que dialoga con el público, informa sobre las normas vigentes y actúa con proporcionalidad.
Sin embargo, como se desprende de lo ocurrido el fin de semana, la mera presencia de las fuerzas no es garantía de cumplimiento, especialmente cuando existe una cultura de la infracción que se ha naturalizado en ciertos sectores de la sociedad.
Desde el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño explicaron que este tipo de dispositivos no solo buscan mantener el orden sino también recolectar información para planificar futuras intervenciones.
La repetición de infracciones por parte de ciertos individuos permite identificar patrones de conducta y ajustar las estrategias de control.
Además, las actas contravencionales generan antecedentes que pueden ser utilizados para restringir el acceso a futuros eventos, en especial cuando se trata de reincidentes.
El rol del fiscal Brotto en esta ocasión fue clave para marcar un precedente. La detención de los dos “trapitos” reincidentes envía un mensaje claro: la desobediencia a una infracción previa no quedará impune.
Este accionar se enmarca en un cambio de paradigma que busca combinar la prevención con la aplicación efectiva de las normas, incluso en contravenciones que, tiempo atrás, hubieran sido desestimadas.
Las cifras del operativo sirven también para abrir una reflexión más amplia sobre la relación entre los espectáculos masivos, el espacio público y el respeto por la ley.
En ciudades densamente pobladas como Buenos Aires, donde los partidos de fútbol son eventos de alta sensibilidad, el desafío no es solo controlar lo evidente, sino también transformar una cultura donde muchas veces se relativiza lo que está bien o mal en función de la pasión por los colores.
Desde mi lugar, como cronista de la calle, testigo de lo que ocurre en cada operativo y atento a lo que deja el «día después», me queda claro que el fútbol argentino es mucho más que un deporte.
Es un espejo donde se reflejan nuestras contradicciones: la euforia, la pertenencia, pero también la desidia y el desafío constante a la autoridad.
El operativo de este fin de semana fue un éxito desde lo técnico, pero la batalla de fondo sigue siendo cultural.