
Unos 140 mil fanáticos colmaron el Estadio de Vélez y el Parque de la Ciudad durante el pasado fin de semana para vibrar con los shows de Lali y Los Piojos, en dos jornadas cargadas de música y pasión popular.
Sin embargo, detrás del fervor y la alegría, hubo un extenso despliegue de seguridad que dejó como saldo casi 500 actas contravencionales, con una notable presencia de “trapitos” entre las infracciones más frecuentes.
Los eventos masivos requieren un trabajo de prevención y control que garantice el disfrute seguro de todos los asistentes.
Por eso coordinamos más de 400 agentes en simultáneo entre los distintos eventos, explicaron desde el Ministerio de Seguridad de la Ciudad, al hacer un balance del intenso operativo del fin de semana.
Los shows de Lali, una de las artistas pop más convocantes del país, y el regreso de Los Piojos a los escenarios porteños fueron dos de los eventos más importantes del último fin de semana largo en la Ciudad de Buenos Aires.
Se estima que unas 80 mil personas asistieron al doblete de la cantante en el estadio de Vélez Sarsfield, mientras que otras 60 mil se dieron cita en el Parque de la Ciudad para cantar junto a Ciro y compañía.
Más allá de la celebración musical, el operativo de seguridad desplegado por el Ministerio de Seguridad porteño fue clave para garantizar el orden y prevenir delitos.
Durante los cuatro recitales, se labraron 469 actas por distintas infracciones. De ese total, 76 correspondieron al artículo 92 del Código Contravencional, que sanciona la actividad de los cuidacoches ilegales conocidos como “trapitos”.
El informe oficial detalla que solo en el estadio de Vélez, durante los recitales de Lali, se detectaron 51 casos vinculados a este tipo de actividad ilegal.
“Nuestro objetivo es erradicar estas prácticas que perjudican a los vecinos y visitantes, muchos de los cuales se ven presionados a pagar sumas indebidas para estacionar”, indicaron fuentes del área de Eventos Masivos y Deportivos.
Los operativos también incluyeron controles de venta ilegal de bebidas y alimentos, fiscalización del cumplimiento de normas de seguridad e higiene y chequeo de tenencia de sustancias prohibidas. Además, los agentes intervinieron ante situaciones de disturbios o riñas dentro y fuera de los predios.
En paralelo, ese mismo domingo por la mañana se llevó a cabo la tradicional Carrera por las Fiestas Mayas, que reunió a miles de corredores por avenidas clave de la ciudad.
Esto implicó un doble esfuerzo logístico por parte de las autoridades, ya que fue necesario instrumentar cortes, desvíos y puestos de control a lo largo de todo el trayecto, desde Avenida Figueroa Alcorta hasta los Bosques de Palermo.
Como si fuera poco, también se desplegó un tercer dispositivo de seguridad para cubrir la semifinal de la Liga Profesional entre San Lorenzo y Platense en el estadio Pedro Bidegain, en el Bajo Flores.
Allí, la Policía de la Ciudad intervino con refuerzos específicos, dados los antecedentes de tensión entre parcialidades y la importancia del partido.
“En solo 48 horas, coordinamos tres grandes operativos en simultáneo, movilizando recursos humanos y técnicos para brindar tranquilidad tanto a los asistentes como a los vecinos de las zonas aledañas.
La planificación anticipada fue fundamental para evitar situaciones de riesgo”, explicaron desde la Subsecretaría de Seguridad en Eventos Masivos.
En cuanto al balance, las autoridades destacaron que, a pesar de la magnitud de los eventos, no se registraron incidentes graves ni hechos de violencia, aunque se reforzó la presencia en los puntos críticos ya identificados por operativos anteriores, como accesos vehiculares y zonas oscuras con poca visibilidad.
Estos controles forman parte de una política de seguridad preventiva que el Gobierno porteño viene intensificando en recitales, partidos de fútbol, eventos deportivos y actividades culturales masivas. La premisa es clara: permitir que el disfrute no se vea empañado por la ilegalidad o el desorden.
Como periodista que estuvo en el lugar y dialogó con asistentes, noté un clima de alegría y camaradería, especialmente entre las familias que llegaron al show de Lali desde distintos puntos del conurbano y del interior del país.
La seguridad visible, con agentes bien identificados y puntos de consulta, generó tranquilidad entre el público, aunque algunos se quejaron por el alto costo de los alimentos dentro del estadio y los “trapitos” fuera del perímetro oficial.
También se agradeció la celeridad con la que se evacuaron zonas del predio al finalizar los recitales, un aspecto muchas veces olvidado en eventos anteriores.
La coordinación con agentes de tránsito fue clave para evitar embotellamientos prolongados, y los desvíos, aunque incómodos para quienes no estaban informados, evitaron colapsos mayores en las principales avenidas.
El fin de semana dejó mucho más que música: fue un ejercicio de logística, prevención y trabajo conjunto entre organismos de seguridad, tránsito y cultura.
Como cronista, puedo dar fe de que la Ciudad logró lo que a veces parece imposible: combinar masividad con orden. Y en tiempos de incertidumbre, esa es una señal que vale más que un buen show.